Llegué a Chiapas en Septiembre del 84, a un lugar llamado Paso Hondo.
Trabaje con las Mam, ellas tejían en sus telares de cintura. Como agente de pastoral de la dioscesis de San Cristobal y coolaborando con los refugiados Guatemaltecos en México les llevaba hilo a vender y compraba sus artes(anias).

De esa época recuerdo las fotos que no tomé. Fachadas de casas... el corredor central dentro de la capilla llena de señoras con velas en las manos y la luz del atardecer entrando por la parte final del tempo formando rayos largos en el polvo, el tejaban del templo cerca de nosotros como dejando poco espacio para respirar, las expresiones de las señoras sin saber si pedian ininterrumpidamente algo o si lloraban tristeme su historia, era como un estar undidos en la tristeza y tomar fuerzas en la esperanza de la petición que un día se va a complir... un día.

En este tiempo me acostumbré a no tomar fotos, a disfrutar de quienes me rodeaban.

Me enamoré de una estrella rosa.