Jugué, mucho, lloré mucho.
Escribí.
Qué podrá ser lo más importante de este tiempo. El tiempo perdido con los niños, eso fue lo más valioso, los espacios aquellos en los que pude platicar, sonreir, jugar y al final no llegar a nada que no fuera verlos convertirse en adultos de la calle. Me costaba tanto trabajo ver como la ternura era insuficiente para hacer un giro en su vida. Demaciadas puertas cerradas, pocas llaves.