Pawichiki, Norogachi, Rocheachi...

Un día tardé un día en enamorarme... Y lo recuerdo aquello.

Diciembre 1992

Melinda Eugenia Lupita

Andaba encerrado en mi cuarto pensando qué era lo que iba a hacer, como quien ordena para tener la mente libre y así poder hacer lo que quiere. En eso llegó el Róbles y me dijo que una niña estaba mal, que había tirado mucha sangre, que se había caído, que había que llevarla al hospital. Que quizá después de comer nos ibamos. Hubiera propuesto inmediatamente irnos, pero no sentía que una prisa de ese tamaño hubiera. Pero sí insinué que era mejor ir rápido. Con mi propuesta medio entruncada, medio tímida, surgió el irnos ya. La Señora habló con su esposo Remigio y nos fuimos después de arreglar la camioneta, de subir los bidones, etc.

Basicochi nos esperaba lejos. Faltaban subidas, vueltas y más caminos quebrados. Por fin llegamos, la mamá trajo a la niña, quien quizá sólo decía arirí arirí (ay ay, escrito no expresa lo escuchado). Tenía una tela envolviendole la rodilla izquierda y rastos de sangre, de mucha sangre que le había corrido. Allí solamente vi, no hablé ni dije nada. Comí kobisi (pinole) del que la señora nos ofreció. A Robles le dieron una olla muy bonita: con pájaros pintados por un lado. La acomodamos para que no se rompiera. Se subió la niña en la caja de la troca, nos fuimos los hombres en la cabina y caminamos rumbo a Norogachi.

Llegamos a la clínica, el Doctro atendió a la niña y le pronostició el femur roto. También dijo que la cortada de tres o cuatro centímetros se curaría en unos siete días, que esa no era problema. Ya la niña dejaba de ser nuestro problema y pasaban a encargarse de ella en la clínica.

Entró la niña a la clínica, quiza en pie, pues en el pasillo ella se paró por sí sola. Quiza allí parada, hubiera preferido correr y salir de esa clínica y de todo el dolor que la curaría. Pero no le era eso posible, no sabía bien a lo que iba.

En la cama, esa alta para que los doctores y enfermeras lo revisen a uno, allí la acostaron a la niña. El Doctor comenzó por quitarle la tela que tenía como venda. Luego le quitó el pantalón. Entre el pudor y el dolor la niña se resistía. Estaba muy tensa, muy nerviosa, muy dolida. Decidió el Doctor inyectarle un calmante 5cc de no se qué, la niña gritó más fuerte al momento de la inyección, se estrujó, no quizo eso. Luego yo me sentí mareado. No soportaba tanto dolor, tantas vejaciones, no aguanté más estar allí. Salí casi como para caer desmayado. Quería estar con la niña todo el tiempo, ayudarla y estar con ella en su dolor, pero no aguanté. Salí y me pasié con un tonto por los pasillos.

Había misa de los niños del internado, allí fui. Ya me habían dicho que había agua caliente, que me bañara. Pero yo queria estar con Melinda. Tampoco aguantaba estar en las curaciones. Así que mejor entre junto con Ramón M. a la misa de los niños. Allí estuve y le pedí a Dios que no fuera así, que liberara a esa niña de tanto dolor, de tanta privación, que la liberara de estar lejos de su madre, su padre y sus hermanitos. Que la ayudara mucho.

Salí de misa y me diriji al hospital. Llegué y el Doctor no sabía que hacer con la niña, no había camioneta alguna que la llevara a Creel, ni a Cuachochi para una radiografía. Eso fue por la noche. Comenté con el Ronco de esto y me dijo que eso era problema del Hospital, que él sólo traía a la gente a la clínica.

Yo me sentí mal de nuevo, sentí que toaba hacer algo, que no nos podíamos quedar así de tranquilos.

Me dormí con la petición al Señor de que ayudara a la niña esta. No pensé otra cosa.

Me amanecio como a las 9:00 de la mañana. Con mucha flojera. Sin saber a qué horas empezaria la reunión de salud. Sin saber qué le había pasado a la tewé (niña) Melinda. Quiza seguí pensando que no me tocaba, que ya me olvidara de ella, que la clínica haría todo lo posible por ayudarla. Eso traía en mente cuando el Ronco me dice que había que llevar a la tewé a Creel. No se si me dio gusto o qué pero lo que sea lo reprimí totalmente. Arreglé la camioneta, vacié los bidones de gasolina... salí rumbo a Creel.

Chabelita, rarámuri, que ayuda en el hospital, se animó a acompañarme. Había dicho que si era padre si iba, ya que supo que irira yo, no quizo ir. Pero la convencieron que era lo mismo un padre que un seminarista. Fue a Creel. El camino Melinda se lo pasó casi todo dormida. Aunque algunos brincos sí lloró y dijo arirí arirí. Sin mayores palabras llegamos a Creel, directos a la clínica.

En la clínica me fueron explicando lo que ya sabía: que una fractura de femur a esa edad era muy grave, que la tenía que ver un ortopedista, un especialista y no se quién más. A toda esta información añadieron que la hermana que saca los rayos X no está, se fué a Cuahutemoc. Algo no me gusstaba: me sentía utilizado, sentía que me estaban pidiendo algo que no me tocaba.

Allí en Creel a la niña ni la revisaron. "Por que esta muy aprensiva y llora si se le intenta tocar el pie". Me mandaron a Cuahutemoc como única posibilidad real para que la niña sanara.

Yo quize pedirle al Dios, al Onorúame, que aliviara a esta niña, que no la hiciera sufrir allá en ciudad Cuahutemoc. Que eso estaba muy lejos de su lugar de origen. Que no se valía que le hicieran eso a una pequeña tan pequeña.

Al llegar a Cuahutemoc metimos a la niña al hospital. Antes de eso tomé fe y fuerza y le pedi se sanara en el nombre del Padre, del hijo y del espírutu. Y le dije que fuera fuerte a su acompañante. Hubo que esperar un buen rato. La niña lloraba y solita se quejaba de su femur roto. Sacaron la radiografía y no tenía nada: limpio el femur. Le dí gracias a Dios que no se complicaría más el sufrimiento de la pequeña Melinda.

Melinda se puso bien. Se puso contenta. Le limpiaron bien bien la herida. Pronto va regresar a su casa y va a caminar, a correr y a cuidar chivas. Eso sí que da gusto. Ya me la imagino de regreso a su casa feliz y contenta por estar de nuevo con su mamá, su papá y sus hermanso. Todo por Dios, quien todo lo puede.

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Quién me robó los cuentos
donde quedaron los sueños
a qué lugar se fueron

incompleto
violado
frustado

Quién les dijo que...
por qué me dejaron allí

Por qué
la gente sabe que te va a hacer daño
y allí te dejan
y allí te envían

por qué son así
crueles
despiadados
probadores...

Basta
no puede ser así
no puede serguir así

te entregas,
dices quiero
dices creo en eso
apuestas tu vida en el proyecto

y
te violan
te desgarran
y luego
silencio,
no digas nada
no pasa nada
calla

quien puede contra la institución
ella que quiere sangre
sacrifica allí tu vida
ella que vivie chupando la sangre de los que para ella trabajan

complices
todos
decimos que sí

y nos cayamos
y no decimos nada

vamos todos en silencio
entregamos nuestra vida

Caminé por los bosques y disfrutaba aquello, bebí batari y un día comí caviar y no me gustó, los mejores tequilas allí los tomé... había comidas interminables... Vi nevar, aprendía a hacer lumbre... pero nunca aprendí a decir kwira ba...

echi biré remeke

m'a g'ará bosare pa.

pocas fraces recuerdo.