Una historia: Enrique Tello

Antes de pensar qué hacer o qué no hacer para ayudar a un niño-adolescente de la calle quisiera narrar una pequeña historia. Se trata de los obstáculos, que poco a poco se hicieron insalvables, a los que se enfrentó Enrique Tello al llegar al proyecto de MAMA.

Recuerdo aquel día en el que apareció por la Calzada Independencia. A lo lejos se veía bien. Ya cerca su cara estaba llena de un sudor especial. Transpiraba algo grasiento, no era sudor normal por estar agitado, ni la natural lubricación de la piel, aquello era otra cosa. Un sudor que delata una situación: Enrique estaba corriendo de sí mismo. Había estimulado excesivamente su organismo, quería llegar a las estrellas, dejar por un rato sus realidades, olvidar lo que tenía en su ser y lo que debía ser. A una prudente distancia me empezó a hablar. Quiso presentar otra cara. Escondía la mano en la que sostenía su mona, su seguridad. Mostraba cordura y serenidad. Al platicar, tranquilo, pensó cada palabra que dijo y luego hizo un gran esfuerzo extra para coordinar: lengua, labios, garganta, boca. De tal manera que éstas dijeran todo correctamente. Claro que ignoré por completo su situación: él mismo la quería ignorar, ¿por qué yo no? Si allí en la calle lo que toca es silencio, es compañía, es simplemente estar.

Su petición fue muy clara, me pidió casa y escuela. Creo que es lo más bonito que un mairo puede escuchar: "Mairo: quiero terminar la primaria..." Enrique iba más lejos, quería dejar todo aquello que era calle, lo quería dejar atrás. En su corazón había nacido el noble deseo de casa, escuela, vida digna... Traté de darle esperanza, pero como quien no le cree nada. Estaba frente a mis narices un olor a chemo, en mis oídos palabras casi balbuceadas y ante mis ojos una persona que no se sostiene por sí misma. Yo necesitaba hechos, que él se parara por su propia voluntad, ver realidades que me mostraran que él sí quería cambiar. Quise mostrarme lo menos escéptico que pude, no sé si lo logré. Lo invité a la casa, pero le dije que ya que estuviera más tranquilo, sin su amiga ésa: llamada droga. Dijo que sí iría.

Unos quince días después se apareció por la casa con la misma idea. Anoto una cita de la bitácora:

Hablé con Enrique, le dije que regresara después, que teníamos que ver su situación en junta [de mairos], se abrió de la casa...(15)

Seis días después aparece un comentario de Enrique en la bitácora que extraigo:

Ricardo [Tello] y Enrique [Tello] llegan otra vez pidiendo paro, a Enrique se le concede... Según él quiere pase a Ciudad Granja.(16)

Enrique y los mairos

Estos dos extractos de la bitácora en los que se ve su incorporación al proyecto necesitan ser explicados. Se presenta el chavo en la casa un día y pide ser aceptado en la misma. Quizá se piensa que lo que toca es inmediatamente recibirlo. Pero Enrique resulta ser un caso especial, tiene unos años más de la edad límite.(17) Es por eso que en el primer contacto que tiene con la casa se le pide que regrese después para ver su caso en la reunión de mairos. ¿Qué pasó en la reunión de mairos? No sabemos, parece que no hay información, pero no necesita estar escrito. Quizá una reunión informal en la que los mairos vieron conveniente sí aceptar al chavo. Es por eso que en el segundo contacto con la casa ya existe alguna decisión tomada y se le da viada en la casa de refugio. Ahora ya tiene paro de casa, baño, comida y, si le sigue, pronto la escuela. Se le ofrece en ese momento la ayuda concreta que pide. Realmente los mairos no nos preguntamos ¿Qué es lo que realmente más necesita?

El primer miedo de los mairos

Quizá por un lado teníamos miedo de su situación familiar, miedo al amor materno: lazo que en este caso concreto era más nocivo. Se recordaban historias de la problemática con la mamá. De cómo el chavito la va haciendo, se presenta la mamá y de regreso a la calle. Para ilustrar lo anterior, una cita de la bitácora:

Enrique Tello no fue a la escuela, porque tenía que ir con su mamá. Justifica su falta a la escuela según él porque su mamá vino por él para ir al penal a visitar a su padrastro.(18)

Su mamá se hace presente y se lo lleva. No sabemos qué hacer. Entendemos que para el niño ayudar a la mamá, acompañarla, es una obligación. Al mismo tiempo sabemos que usa a la mamá de pretexto.

El segundo miedo de los mairos

Ese era nuestro primer miedo. Pero el otro, dudábamos qué es lo que iba a hacer con su adicción, dónde iba a dejar la droga, cómo la iba a dejar. Y allí sólo nos movíamos en una exigencia dura de nuestra parte para que él, desde sus propias fuerzas, dejara tan arraigado vicio.

Las bitácoras empiezan a marcar ese aspecto de él. En todas las notas que recogemos de la bitácora se hace una referencia a llamarle la atención explícita o implícitamente. Entre los mairos la lucha anti-droga es la más arraigada: contra la droga siempre se hace algo. Por lo que el más mínimo comentario de que alguien llegó drogado, o que se le recogió droga a alguien, o cosa por el estilo, ya implica, al menos, una actitud de rechazo, la llamada de atención también es algo que ocurre, veamos pues lo que se recogió en las bitácoras:

Enrique con fuerte olor a marihuana.(19)

Arnulfo y Enrique se tomaron dentro de la casa una ballena.(20)

Enrique Tello llamó [a las] 11:30 p.m. [para pedir] permiso de no regresar (aparte de la borrachera que se cargaba... ¡la droga!). Le comento que lo que está haciendo es porque no quiere casa. El pretexto [que dice] es buscar a su hermano [Ricardo].(21)

La recaída en alguna droga se repite. Podemos decir que es algo normal en los chavos callejeros. Pero el caso de Enrique tiene senderos especiales. Y uno de ellos es que muestra una adicción mayor que la de cualquier callejero. Los límites no se pueden establecer, es simplemente mayor dependencia, ya no es una probada sino que ya es una adicción.

Enrique Tello, decía que para dormir ocupaba su dosis de droga. Me pidió algo para dormir, aspirina, etc.(22)

La preocupación de los mairos crece, pero en el fondo hay un desconocimiento grande de qué es lo que toca hacer. Se le ofrecen alternativas de cambio, posibilidades pero las toma a la mitad, o no las aprovecha del todo. ¿Qué será lo que falta a lo que le ofrecemos? No sabemos, pero a otros sí les ayuda. Surge pues la reflexión:

Mairos, estamos actuando a lo que pase. [Enrique] ya tiene rato viendonos la cara y, ¿nosotros?, bien gracias: se droga, falta a la escuela, viene cuando quiere... ¿Será este un buen proceso de cambio para él?(23)

Sin darnos por vencidos se lucha por ofrecerle más a Enrique, surgen propuestas de "trabajar más [con él] para ver si da el gran salto a Ciudad Granja o qué onda. Rogelio empezará a estimularlo en Ciudad Granja".(24)

La propuesta de Enrique

En la mente de Enrique hay la posibilidad de seguir con el cambio, de tratar de hacer algo, así que él mismo maneja una solución, que al mismo tiempo puede ser un chantaje para lograr vivir en Ciudad Granja.

Maneja un tip importante sobre por qué le pone a la droga (responde a nuestra inquietud): [dice que] se enfada aquí [en el refugio]. [Mientras que] en Ciudad Granja, con tanta actividad, no tendría tiempo para pensar en drogarse... poco a poco quiere dejar de hacerlo.(25)

Hasta aquí todo va normalmente: en él y sólo en él está la posibilidad de cambio. Es Enrique el que tiene que asumir su vida como tal. El mairo lo único que tratará de hacer es presionarlo, obligarlo, persuadirlo, invitarlo, convencerlo, para que deje a un lado ciertas viejas e inhumanas costumbres. El mairo se enojará, hará teatro, argüende, mitote, pero en ningún momento para hacer menos al chavo sino siempre para encontrar la superación del chavo.

Las herramientas que el mairo tienen para hacer cambiar a un morro resulta que son pocas. Por un lado tiene todas las tradicionales, a veces hasta los golpes, éstas tienen la ventaja que son formas normales de comunicación, a las que el chavo ya está acostumbrado y que quizá entienda mejor.

Si el mairo quiere hacer una cosa distinta, tiene que dramatizar: poner una cara determinada, hacer un gesto, alzar la voz, ayudarse de otros morros, usar su ingenio, en fin todo para lograr captar la atención del chavo y ofrecerle una alternativa.

La situación del chavo resulta ser muchas de las veces desesperante, cuando no quiere hacer nada por él mismo, cuando lo quiere todo de la mano del otro, cuando siente que todo lo merece. Con este chavo se tiene que hacer algo: por eso el teatro. Queremos que sea una herramienta que convenza al chavo de lo que vemos bueno para él. Creemos que es la forma con la que va a querer lo que nosotros queremos para él en su vida.

Sabemos que le queremos imponer una serie de cosas que son necesarias según la sociedad y sus reglamentos para todos los hombres. Como: no droga, sí escuela, no mugre, sí trabajo...

El camino que encontramos como mairos

La casa de Ciudad Granja supone un paso en su vida, supone una decisión de no calle de parte del chavo. La decisión el chavo la tiene que hacer en su tiempo de estancia en el refugio. Luego demostrar allí con hechos: estancia en la casa, no droga y sí escuela. Mostrar que quiere realmente dar un paso, llegar a una etapa nueva: hacerla en la vida.

Enrique, por su parte, ya había tomado la decisión y llevaba un tiempo en lucha por dar ese paso. Pero no se veía claro que dejara la droga, ni que se incorporara como nosotros queríamos a las diferentes actividades. Buscabamos que MAMA fuera su nueva casa y él seguía entregado a la calle. Hasta que un buen día nos platica algo que extraigo de las bitácoras:

Enrique llegó borracho, duró mucho rato afuera. Platiqué con él como dos horas (ya se había bañado).(26) Como que entró en crisis muy fuerte. Lloró bastante y preguntaba que si acaso nosotros sabíamos cómo lo[s] trataba su jefa. Las palabras que les dice. A ella, pronto se le olvidan, pero a él [ellos]: le[s] quedan muy adentro. Tardó mucho en reponerse. [...] Enrique no acepta que las tentaciones de la calle en muchas ocasiones le ganan pero [afirma] que tiene muchas ganas de superarse. Lloró con rabia. Dijo que tiene broncas con su mamá primero porque les exige dinero y [segundo porque] en lugar de mandar a su hermana Lupita a la escuela prefiere mandarla a vender.(27)

No podíamos, como educadores, dejar al chavo. Teníamos ciertas razones para continuar y no desalentar su decisión: había reportes de la casa de Ciudad Granja en los que se informaba que allí estaba bien, salvo algunos días que faltaba, y sabíamos que se drogaba pero no lo hacía en la casa de Ciudad Granja.

Esta plática con el mairo, los informes y la distancia que en general se guardaba entre él y los mairos da como resultado un cambio de táctica educativa de parte del equipo de mairos para con el chavo: "Sugiero acelerar su cambio a Ciudad Granja".(28) Quizá poco a poco fuimos creyendo en su decisión o, simplemente ya no podíamos con el paquete y lo lanzamos a otro lado o, simplemente lo enfrentamos con él mismo. Sin saber bien a bien qué hacer en la bitácora aparece una pregunta al aire: "¿qué opinan si lo lanzamos [a Ciudad Granja] para que por sí sólo se convenza de su triunfo o fracaso".(29) Otro mairo contesta: "Que su traslado sea inmediato".(30)

Enrique siguió yendo a la escuela, siguió viendo a su mamá, siguió en la venta de las rosas para tener con qué para pagar la droga y siguió participando en las actividades de la casa.

Mientras Enrique hacía su lucha los mairos le fuimos arreglando su futuro. Con los mismos miedos del principio, pero ahora con una nueva seguridad: que a él le quede claro que él no la hace o que quede claro que el proyecto no cerró las puertas. Claro que nosotros mairos y proyecto de MAMA quedamos perfectamente bien, es más, quedamos como los mairos buena onda, los del paro chido, nos presentamos ante este chavo como los que no le cerramos las puertas, en el fondo le dimos la oportunidad y lo entusiasmamos, le dijimos que sí podía, que sí la hacía, le dimos ganas y entusiasmo. Lo lanzamos a algo para lo que no estaba preparado, a algo para lo que no tenía ni fuerza ni capacidad. Allí lo lanzamos a que luchara con y contra su propia persona. Ya le conocíamos su maña de dejar la realidad por una más placentera pero en ese sentido sólo confiamos en sus propias fuerzas y no le inyectamos mayor energía. Sabíamos que esa era su última lucha, que su edad nos marcaba el límite de una vida en busca de vida pero llena de fracasos y ese último esfuerzo nos dio miedo, nos remitía tanto al pesado lastre de su pasado que mermaba nuestra esperanza. Pues nos quedamos sin saber realmente cómo ayudarle pero bien de nuestro interior y con las manos limpias: habíamos hecho algo muy bueno.

El cambio de Enrique

El cambio de Enrique tardó. Pero los miedos se hacían realidad constantemente. El último día que estuvo en el refugio fue de dar más miedo, más inseguridad, y claridad de mejor no hacer la apuesta por su nueva vida. Pero no era nuestra vida, ni una cercana, así que hicimos la apuesta con la certeza de perder. Pero en realidad nosotros, equipo de mairos, no perdíamos absolutamente nada. No dudábamos de nosotros pero sí queríamos asegurarnos que le quedara claro, a Enrique, que su lugar no era la escuela. La evidencia era clara y nunca decidimos ayudarle con su problema real y con su real necesidad. Ese último día:

Enrique Tello llegó drogado. Mañana se tiene que quedar en Ciudad Granja [porque] Rogelio hablará con él para su quedada.(31)

Enrique en Ciudad Granja

"Enrique Tello ya se quedó en Ciudad Granja, inicia como poblador".(32) Ciudad Granja es escuela: esfuerzo y logro: hacerla en la vida. Pues es la escuela la que entrega el salvoconducto para entrar en la sociedad meritocrática que "se encuentra solamente abierta a los felices privilegiados que han obtenido un certificado".(33) Enrique optaba por esto.

Pero En Ciudad Granja continúan sus salidas. Sigue con la droga. Cuando todo esto se vuelve evidente se le empieza a presionar.

Rogelio habló [con Enrique] de sus salidas a vender rosas. Enrique dice que es para cooperar con su mamá. Rogelio le propone que el proyecto [de MAMA] coopera en especie, [dando una despensa, con tal de no perder así a un morro].(34)

Se le evita la tentación de comprar droga con ese dinero que carga. Pero al mismo tiempo se le amarra más horas a la casa. Enrique mismo acepta, quizá agradece la oferta, pero la realidad es que no recoge las cosas para llevárselas a su mamá. Estas presiones, que lo quieren ayudar a dejar la droga, a que se integre de lleno a la casa lo agobian. Su problema fundamental: la adicción, sigue sin tener solución.

Exactamente cinco meses después de que se le readmite como caso especial al proyecto de MAMA, tiene que abandonar la posibilidad de escuela una vez más. Sale con un fracaso más en su vida.

No investigamos a fondo qué tanto significaba para él la problemática de la droga, quizá creímos en sus mismas palabras cuando dijo que ya al estar en Ciudad Granja se le quitaría la idea loca de drogarse pues allí tendría muchas cosas que hacer y no se aburriría. No investigamos en su historia de fracasos qué tan atascado se encontraba, que tan trabado, que tan hecho menos por él mismo, que tan desvalorizado moralmente, que tan atrapado a la irreversible droga, que tan ligado a sus mismos fracasos parciales de la vida. Siempre nos conmovió el problema con su mamá, pero nunca le creímos, pues sabíamos que nos chantajeaba. Tampoco investigamos su problemática real sino que nos quedamos en la más vil superficie. Así no lo ayudamos. Finalmente tampoco lo afrontamos a su problemática real ni nos preguntamos si podíamos solucionarla como mairos. Lo único que sí hicimos bien fue que le quedara claro que ahora tenía un fracaso más en su vida y que ese fracaso era exclusivamente culpa de él. Que el proyecto había hecho todo lo posible por ayudarlo pero que él no quería casa, no quería que le ayudáramos. Eso fue todo lo que hicimos.

Así MAMA, -en este caso concreto- no dejó de ser una escuela más, selectiva. De esas que se lavan las manos ante las retantes y mayores necesidades de sus alumnos. Que sólo son capaces de ayudar a aquellos niños cuya personalidad no presenta una problemática. Aquellos a los que Dios les puso un DNA(35) privilegiado y la sociedad se encargó de cristalizar.

El proyecto, que tiene intenciones nobles, no logró ver la problemática real de Enrique, no descubrió sus necesidades, ni las formas de satisfacerlas, lo único que hizo fue callar un problema latente.

Pasados unos meses y todo termina en un: "informan que Enrique Tello y otros morros picaron a un policía... Enrique está en la Granja [de Recuperación Juvenil].(36)

Análisis de la experiencia del niño de la calle

La experiencia vivida

Puestos en una escena de la vida normal de un callejero vamos a tratar de reflexionar sobre la experiencia que viven los niños de la calle.

Queremos situarnos en esa realidad del niño. Buscar dar respuesta a sus problemas, a lo que él siente. En un primer momento vamos a analizar tres cosas: la familia, el niño y la calle.

La familia del niño de la calle

La familia de un niño de la calle conserva una estructura aparentemente normal, sin embargo, la mayoría de las veces contiene alguna o todas de las características siguientes:

desintegración,

falta de amor,

maltrato,

pobreza,

fugas en el alcohol.

Estas características no quieren decir que las familias sean moralmente condenables. Se podría decir que son gentes condicionadas, sin opciones de vida. Se puede decir que ya ni siquiera hay casos de destintegración en la familia, pues en realidad nunca hubo familia. Los niños de la calle salen del seno de la familia buscando otras opciones de vida.

Mucha de la gente que vive en la calle puede ser catalogada dentro del lumpen social. En este estrato social la moral no se vive, las condiciones de vida no dan espacios para pensar actitudes morales o amorales.

Nos podemos imaginar una familia con todas las características la cual sería una perfecta familia manda niños a la calle. El problema del niño de la calle es social, de ninguna manera de la familia. La sociedad impone una serie de limitaciones a ciertas familias lo que las convierte en típicas familias manda niños a la calle.

El niño de la calle

¿Quién es? Primero y antes que nada el niño de la calle es un niño normal: juguetón, creativo, inquieto, aventurero, amigo. Ama y se le puede amar, con imaginación, adaptable, inteligente, saludable y sobre todo es alguien que busca (que quiere más). Definitivamente no es alguien que huye ni del que hay que huir. El niño de la calle es un busca tesoros que encuentra el suyo en la calle. Quizá el tesoro del "cotorreo y el uso de la libertad sin control",(37) junto con un montón de experiencias nuevas: aliviane de la droga, seducción(38) al otro (el-ella), viajes de aventuras, rebeldía, agresión (travesuras), carrilla, emoción de robar, pedir (dinero fácil), amistades (banda), no necesitar a nadie (ideal burgués), la satisfacción de hacerla, correr de la ley, ayudar a putas, esconder trasvestis, no dejar abajo a un morrito nuevo, caer al tute, pelearse, jugar con un mairo, andar solo, estar sucio...

Ahora le podemos poner una serie de etiquetas al niño de la calle, sin que necesariamente todas sean de un niño en especial, ni que un niño no tenga ninguna. Definitivamente el factor que hace al niño de la calle niño de la calle es simplemente que viva en la calle.(39) Pero para que sea niño de la calle de los que aquí se habla necesita haber ido al centro de la ciudad a dar un rol. Cómo sea él, depende de él mismo y de las "presiones sociales: imitación y aceptación de su grupo de iguales".(40) Las etiquetas que le colgamos al niño de la calle pueden ser: vagabundo, ladrón, homosexual, prostituta, golpeador, gandalla, anárquico, drogadicto, solidario,(41) aventurero, parero, machín, mentiroso, chemo, tranza (estafador), pasado de lanza (embaucador), cabrón(42) y por otro lado todas las primeras: creativo, amigable, generoso, solidario, cuate, juguetón, pacífico, disciplinado, respetuoso, inteligente, abierto a novedades, sensible y normal.

Hablo de muchísimos niños que pueden caber entre estos conceptos. Son tantos los que necesitan alguna ayuda más especial y lo triste es que quizá en nada se les ayuda.

Son tantos los niños en tantas escuelas que requieren un trato más personal. Pero es tanto el peso de los programas escolares generales, uniformes, centrados en un curriculo a cumplir, materias por ver, conceptos a asimilar. Tanta imposición, tan poco humanos que los niños desertan y dejan la escuela.

El niño de la calle y la droga

Si pienso en José Guadalupe, me viene a la mente un niño de la calle que su problemática familiar es cruel, es difícil, pero no es la típica familia manda niños a la calle. En este sentido es una familia con menos cargas sociales. José iba a la escuela, tenía buenas notas. Podríamos decir que era todo un éxito. José tiene una mamá que lo quiere mucho y quizá lo consienta demasiado: ¿se podrá quejar de amor en exceso? Pero José se queja de lo que no le gusta, como todos. Uno de esos días se encontró con un amigo que le pone a la droga y la tomó. Le puso un día y luego otro... luego ya no cupo en su casa: se salió a la calle, llegó al centro y lo conocimos. Al poco tiempo trajo a sus hermanitos que lo venían a buscar de parte de su mamá. Días despúes su misma mamá vino a recogerlo y a pedir consejo de qué hacer...

Como él hay una serie de niños que llegan al centro, a la calle, porque en su casa se drogaban y a sus padres eso no les gustó y los echaron fuera. Hijos de familias buenas de corazón, pero que no saben qué hacer con su hijo drogadicto y prefieren desentenderse, olvidarlo, para así ya no tener ese problema, aunque les duela mucho la pérdida.

Mientras que Enrique Tello, Iván, ellos forman otro grupo: tienen una familia en verdad desbaratada: papá original perdido, padrastro golpeador y que les niega el afecto, medios hermanos(as), madre santa que lo único que tiene para ofrecerles es un corazón, pero, sin posibilidades para sobrevivir sin un cabrón que la acompañe. Este segundo grupo de morros sí tienen la típica familia manda niños a la calle. Los morritos se van a la calle, entre idas y venidas, regresos al hogar, van duramente rompiendo con el amor materno y al final llegan a la calle. En la calle conocen lo que hay, entre otras cosas, droga: tonsol, chemo, mota, pingas. Para quedar bien con el grupo, para sentirse aceptado por la banda, para irla haciendo en la calle le ponen por primera vez a alguna droga. Luego la droga hace su tarea de esclavizar sujetos. Luego es la invitación a olvidar el pasado.

En este último punto resalto que la problemática del niño de la calle que sale de una familia manda niños a la calle, no es en primer momento la droga, ni robar, ni otra de las etiquetas puestas a los niños de la calle, el niño va a la calle en busca de una alternativa y en busca de una solución de sus problemas. La primera que los solucione, esa es alternativa. Generalmente, ya en la calle, la calle es la que gana. El niño poco a poco se va enfrascando en toda la vida de la calle.

Un tercer grupo de niños de la calle, son los que pasan en su automóvil a todas horas, especialmente de madrugada. Por familia tiene a una perfecta familia manda niños a la calle: falta de amor, desintegración... Pero en el renglón económico tienen riqueza. Estos niños en realidad llegan a la calle en busca de placer, entran en el mundo de la droga para hacer a un lado una serie de problemas que no quieren afrontar. Están atados a la familia por el lazo económico pero es todo lo que los liga. Estos se vuelven igual de drogos pero por el reparto de los dones desigual de parte de la sociedad, ellos tienen la oportunidad de ser atendidos profesionalmente.

La calle

Todo el tiempo hacemos referencia a la calle. ¿Qué lugar es ese? En verdad todos la conocemos, la usamos todos los días para ir y venir, andar y llegar. La calle es algo cotidiano, no tiene un valor bueno o malo.

Los límites de la calle son de la puerta de la casa hacia afuera: todo es calle hasta encontrar con otra puerta abierta y entrar en un hogar que nos refugie. Vista así la calle no es ningún lugar sino un medio para llegar a los lugares.

La ley sabe que la calle es movimiento por lo que prevee que si un adulto está sentado en la calle-banqueta, sin hacer nada, lo pueden encerrar 36 horas por una falta administrativa. Lo cual nos confirma que la calle es un lugar para moverse: no nos podemos detener.

La calle no es un lugar sino el modo de llegar a los lugares (tiendas, hogar, bancos, oficinas). Allí se está con cierta tranquilidad pues toda la gente tiene el mismo objetivo, de alguna manera los que llegan allí comparten la misma intención y por ello se respira un ambiente de paz. Mientras que en la calle no sabemos lo que la gente quiere. Cada cual camina a su propio destino y nadie sabe nada del otro, ni una pequeña intuición: esto pone muy inseguro al hombre, al ser humano, que por naturaleza es social: que sabe del otro. La calle va a presentarse como un medio indispensable para la vida pero al mismo tiempo como un lugar de miedo e inseguridad.

Por la noche la calle pasa a ser más el lugar de encuentro de las actividades ilegales. Trasvestis, homosexuales, prostitutas. Esperan que pasen por ellas y ellos para relajar el estrés acumulado durante el día. Turistas borrachos escondidos en el anonimato le dan rienda suelta a sus pasiones. Titilantes faros de los policías obligan distraer en ellos la mirada. La sirena de la ambulacia a su paso nos recuerda que en la vida hay accidentes. Prepotentes insultos de policías que quieren saber qué haces allí. Sensuales prostitutas que no dejan de seducir. Carros grandes del año que pasan llenos para recoger a alguien que quiera con todos. Un jotdoquero espera le caiga un cliente.

Proyecto del refugio nocturno

El proyecto de MAMA engloba tres distintas partes: el trabajo de calle, el club de calle y refugio nocturno. Propiamente son una modalidad económica de las fases uno y dos del proyecto general de MAMA. Se revisarán las tres partes por separado, qué se hace en cada una de ellas y cómo cumplen o no con el programa. Ya que en nuestra concepción el proyecto de refugio nocturno es algo más que llena ese espacio de la calle del que hablamos. En este apartado se analizará en detalle qué es lo que hace el proyecto de refugio nocturno por los niños que viven en la calle.

Trabajo de calle

En realidad esta fase no se modifica respecto al programa general de MAMA. Pero quiero plasmar un poco la experiencia vivida y desde allí plantear alternativas no programables.

Contactar a los chavos, estar con ellos, ayudarles en lo que se dejen (médico, jurídico), jugar y tratar de que descubran por ellos mismos una opción distinta a la calle en la que viven: el refugio nocturno y club de calle.

La experiencia va mostrando que se trata de un acompañamiento en sus vivencias callejeras de tal manera que la ternura que les ofrecemos poco a poco vaya ganándole a las invitaciones de la calle. En este momento es muy importante que el chavo este dispuesto a conocer, a dejarse permear por una experiencia distinta, que abra su corazón y deje entrar la alternativa que el mairo le ofrece.

Sabemos que el hecho de conocer es algo muy humano, que parte del amor que tenemos, de las ganas de vivir, sabemos que el hombre no conoce sólo por conocer. Se conoce por alguien, porque alguien te invita a hacerlo.(43)

Por eso, sólo a través de la ternura podemos ofrecerle al chavo un conocimiento de algo distinto de lo que vive. El trabajo de calle es apostar el corazón por una vida que queremos ver crecer.

El trabajo de calle puesto en hechos concretos consiste en: 1)caminar, 2)jugar, 3)saber perder, 4)soportar el trato agresivo de corazones destrozados, 5)estar dispuesto a siempre decir que sí, 6)a veces ser golpeado, 7)tener mucha paciencia ante un chavo que "toda su energía la orienta a la transgresión de las reglas sociales",(44) 8)fomentar actitudes de cambio, 9)compartir la vida que se tiene para que el niño callejero tenga más vida, 10)platicar, 11)estar con los chavos así como son y no escandalizarse de lo que hacen, 12)demostrale al chavo desde el corazón (principalmente) y la razón que en la calle no tiene alternativas de vida, 13)quererlo, 14)ser significativo en los afectos del chavo de tal manera que cuando tome una decisión cotidiana en la calle recuerde en su corazón que hay algo más, 15)estar, 16)ganar su corazón no con cosas sino con hechos, 17)cercanía, 18)no dejarlos abajo en ningúno de los momentos en que los acompañamos, 19)solidaridad, 20)compartir su vida, 21)usar su lenguaje, 22)vivir su cultura, 23)ofrecer un amor sincero sin envidias ni celos, 24)querer al chavo por él mismo y no para que llene nuestros huecos afectivos, 25)que nuestro lazo afectivo no sea un lastre más en el crecimiento del chavo sino que lo lance en libertad a buscar más vida, 26)luchar desde el equipo de educadores por la vida del menor, 27)evitar en lo posible la identificación de un chavo con un sólo educador, 28)en fin, entrar en una experiencia educativa en la que todos salimos transformados, 29)estar dispuesto a sacar de la calle inmediatamente a un niño chico que llega de la periferia o de fuera de la ciudad y no esperar a que se envicie en la calle.

La idea del trabajo de calle es hacer nuestra una realidad conceptualizada como niño callejero. Al mismo tiempo que el educador entra al mundo de la calle para hacerlo suyo, lucha con todas sus fuerzas para que desaparezca ya no la conceptualización sino los niños de la calle con todas su carencias y negatividades para la vida. En esta lucha contra el niño de la calle para darle mayor vida tenemos la certeza que, por ser un problema social, no se logrará satisfacer las necesidades de todos los niños de la calle por lo que nuestros esfuerzos se deben concentrar en la atención directa, personal y afectiva de los pocos niños de la calle que contactamos. Es claro que para cuando un niño llega a tener voluntad de cambio ya la sociedad nos aventó unos diez(45) más a la calle, no tenemos otro camino más que regresar a la calle.

Otra de las cosas que se organizan para los niños de la calle son paseos principalmente a lugares donde puedan nadar; visitas al dentista, al doctor. Se intenta que aprendan a gustar de la arquitectura; idas al cine a ver sus películas (generalmente mexicanas) y luego que vean otras importadas de Hollywood.

El juego

Por las noches, en sus lugares de reunión, se juega con ellos. Simples juegos que todos conocemos: lotería, palillos chinos, damas, damas chinas, memorama, turista, oca, serpientes y escaleras. Se organiza, -cuando hay más chavos- alguna cascarita de fútbol. Al jugar se platica con ellos, se les conoce, nos conocen. Así es como inicia la relación. Se empieza a hacer algo por el chavo. Se les permite jugar siempre y cuando no se estén drogando en ese momento. En el caso de estar bien drogos el juego se constituye en una forma de bajar avión.

Se recupera con ellos algo de su infancia perdida en la calle. El juego es regresarlos, detenerlos un poco para que sigan siendo niños.

Muchos adultos que viven por donde se encuentran los niños de la calle suelen querer ayudarlos. Algunos les dan para comer sin comentarios, mientras otros regañan, golpean, obligan al niño a que deje algo que al adulto le parece mal. A veces alguno de estos adultos quiere integrarse a jugar, pero la experiencia nos ha dicho que la mayoría de los adultos que rodean a los niños de la calle lo hacen para abusar de ellos. El mairo tiene una imagen: es buena onda, que hace paros. Permitir que un adulto se integre al juego, puede tener el riesgo de que si el adulto es un gandalla, luego el mairo sea identificado como tal. Por eso el mairo debe ser lo más amable e indicarle al adulto que el apoyo y cercanía del proyecto y los juegos son para los niños.

El mairo por su cuenta debe de ser un acompañante, debe de estar, sin escandalizarse, ni querer cambiar a golpes todo lo que le parezca mal.

Club de calle

Tiene su sede en la casa de Antonio Alzate y su objetivo es promover actividades en las que se integra el niño de la calle. Es visto como un paso más que da el chavo en su proceso de dejar la calle. Es de hecho, por un rato, una alternativa a la calle.

El club de calle fácilmente cae en tardes de tele. Pero en las que de alguna manera hay una certeza: el morrito no está pegado a su droga, o en alguna finanza. Se invita al morrito al club en el supuesto de que ver tele es mejor que drogarse y robar.

De los ocho meses que abarca este trabajo sólo en los últimos dos se ha logrado establecer algunas actividades distintas a la tele o futbolito (cfr. p. 112).

La mayoría de las tardes (de 5:00 a 9:00 p.m.) las horas se van rápido en algún juego, con alguna plática, o simplemente en la búsqueda de quién es el que trae la droga. De las cuatro horas las dos primeras son de llegada, y las dos últimas para preparar la cena que debe de ser como a las 8:00 p.m.. En fin, no se cuenta con mucho tiempo para preparar las actividades. Por la tarde se procura que se bañen los morritos, en los últimos meses quedó como una actividad reglamentada de la tarde: baño antes de la cena.

También hay que notar que para preparar una actividad hay que esperar una cierta respuesta: si los chavos no traen ganas, es imposible juntarlos y hacer algo en conjunto. Y en este aspecto el programa es muy paciente. Lo fundamental será estar con el chavo, ese que no quiere hacer nada. No presionarlo porque eso ocasiona que no regrese nunca. El programa pretende ser al gusto del morrito, aunque en momentos parezca que no es educativo. Lo que queremos es ser una alternativa y no ser selectivos con los morros, claro que nuestra misma presentación es ya una selección: no cualquier niño cabe en el programa.

Refugio nocturno

La actividad del refugio nocturno está ubicada también en Antonio Alzate. Su objetivo fundamental es que el morro no duerma tirado en la calle, no se moje ni pase frío. Si se puede, que tenga un colchón blando dónde dormir. Para el chavo le es igual el club de calle que el refugio nocturno. Pues en la práctica no se hace mucha distinción. Se ofrece todo como un mismo paquete. Estrictamente comienza a las 9:00 de la noche y termina por la mañana del día siguiente alrededor de las 9:00 a.m..

Lo que se realiza intenta terminar con la jornada de club de calle cuando se retrasa por alguna actividad. Es el momento de repartir las cobijas para que todos los morros se duerman, ver que cada uno de los morritos tenga su espacio para dormir, que estén bien y que se duerman. La acostada suele ser como a las 11:00 de la noche. Excepto cuando transmiten alguna película interesante en la televisión y ésta termina a las 12:00. Si los chavos quieren se les da permiso de verla, según el mairo considere conveniente.

El espacio muerto que hay después de la cena sus aseos y la hora de dormir, se aprovecha para jugar o para ver tele.

Las tardes y noches en el refugio pasan rápido. Los juegos de la calle se repiten en la casa. La televisión y el futbolito añaden otras actividades más.

Otra de las cosas que se generan en el refugio en favor de los niños es el mismo ambiente que ellos generan al estar juntos. Hay días en que el grupo se la pasa de pleito en pleito. Mientras que otros días todos se la pasan jugando y la tarde es agradable.

Una de las cosas que ayudan mucho al niño de la calle en sus momentos de cambio, es que platique todas las cosas que trae. Que saque esa historia que es su vida.

La casa prevee que al chavo le gusta el cotorreo. Por eso también se generan espacios de plática con los mairos y entre los morritos. Los morros saben que son escuchados y que su experiencia de vida no va a ser balconeada.

La permanencia en la casa.

Después de perfilar un poco al niño de la calle y su entorno, y al proyecto y su entorno, quiero tratar de pensar qué es lo que le pasa al niño de la calle.

Podemos observar claramente en cualquiera de las ocho gráficas de permanencia (cfr. p. 158) cuántos días pasaba cada uno de los morritos que asistían a la casa ese mes. Descubrimos que un 80 por ciento (números redondos) de los chavos permanecían un día o unos cuantos días más en el proyecto. Mientras que sólo el 20 por ciento de los pobladores lograba permanecer más de la mitad del tiempo que la casa se encontraba abierta. Nos encontramos ante la alarmante situación de que es poco o casi nulo el tiempo que estos morros permanecen en la casa. ¿Qué problemática encontramos detrás de esta realidad? ¿Qué podemos decir del niño de la calle? ¿Dónde está realmente, a dónde pertenece?

La compleja realidad en la que se ven envueltos los niños de la calle hace que cada uno de ellos viva su problemática de una manera muy diversa. Y responda de manera única a los estímulos del medio, en ningún momento deja de ser hombre, pues responde de manera múltiple a lo que le rodea. Así un morrito "hace intentos de ensayo y error por salirse de su casa, hasta que en definitiva sale"(46) y deja ya su casa. ¿A dónde va? ¿Quién nos asegura que va a la calle?

A la poca permanencia del chavo en el proyecto trato de responder desde varias visiones: 1) los objetivos del programa, 2) la sociedad, 3) la casa y sus ambientes como factor alternativo, 4)la búsqueda en la que está envuelto el chavo.

Los objetivos del programa

En este momento es necesario traducir los objetivos establecidos para esta fase y llegar a concretos: es una etapa de cambio, de prueba.

En el tiempo que el chavo esté en el refugio se le va a ayudar a que cambie, a que poco a poco deje las actitudes de la calle hasta que él mismo las aborrezca. Y para ello se le ofrece una casa, se le repiten rollos educativos: que lo importante va a ser la escuela.

Es un tiempo en que el chavo puede, y de hecho tiene, recaídas en sus andanzas de la calle. Se podría decir que un día va al refugio y luego deja de ir otros, luego regresa con más ganas de casa y menos de calle, quizá crudo de droga. Regresa y se está algunos días: preciosos y escasos días en los que el educador puede aprovechar para ofrecerle alguna alternativa.

El programa prevé que el chavo no va a ser un poblador de todos los días, ni que se la va a pasar todo el tiempo allí en el refugio. Sino que va ir y venir. Que se quedará según él mismo lo decida. El chavo tiene que hacer su esfuerzo, la casa algo le dará, algo: comida, cobija, alguna sonrisa...

Tiene que quedar claro que uno de los objetivos mismos del refugio es éste: que el niño en búsqueda tenga la opción de no quedarse en la calle esos dos, tres días que anda por allí tratando de encontrar algo para él.

La sociedad

Sabemos que en México así como vivimos el pleno desarrollo del capitalismo paralelamente existen infinidad de talleres que mantienen mayor cercanía a los talleres de la Edad Media: familiares, pequeños, casi de supervivencia. En la Edad Media las relaciones familiares no generaban niños de la calle,(47) pues los niños que se aburrían de sus padres iban y encontraban a otro: en el maestro del taller, en el sacristán, en otro campesino.

La propia estructura de las comunidades protegía al niño contra los azares de un amor paternal exclusivo y le evitaba los riesgos de soledad y rechazo. El niño siempre tenía con quién hablar.(48)

¿No será posible que algo de esto se repita en nuestro México? ¿No será factible que la gran mayoría de niños de la calle sean reabsorbidos por los vecinos como lo eran antes en la Edad Media? ¿Puede ser que esta sea la tarea de MAMA?

Quizá por allí podamos encontrar alguna solución a la familia burguesa como nos la presenta la nueva idea de planificación familiar: una pareja y su pareja de hijos. Encontraremos siempre en estas familias quién necesite más, y en especial más amor, no para recibir sino para dar. La estructura del ser humano esta diseñada(49) para amar más de lo que nos limita la sociedad burguesa capitalista en que vivimos y sus núcleos familiares.

Muchas familias de buen corazón, amables, asumen como a un hijo más a un morrito, morrita, que no logra establecer unas relaciones normales con sus papás. Sobre estadísticas en este aspecto el proyecto no las genera, ni ve por este tipo de morros. Pero sí se han detectado morros callejeros que se sabe que andan de casa en casa buscando vivir mejor (Raúl Islas, Jorge, Paty)(50). Puede ser que el número ascienda considerablemente pero no hay forma de saberlo.

La casa y sus ambientes

La casa genera por su propia cuenta una serie de situaciones que permiten al chavo permanecer o regresar en otra ocasión. Pienso un poco en la carrilla y en la oferta personal de los mairos.

La carrilla

Los mairos juntan a los niños de la calle hasta tener a un grupito considerable: ocho, cinco, que son los más asiduos. El que vayan a la casa y se queden por un buen tiempo en la misma es reconocido por el equipo de mairos como el primer signo de cambio de parte del muchacho. Esta actitud de permanecer en el proyecto es calificada siempre como algo que el muchacho hace por él mismo. El supuesto es: el morro que va a la casa es el que pone todo de su parte mientras que el ambiente que se genera en la casa no es un imán que lo atrae y seduce para que se quede y permanezca en esa opción de vida. El reconocimiento, de parte de los mairos, de este esfuerzo como tarea personal que el chavo realiza al integrarse a la casa es un indicador de la dificultad misma que ven los mairos en el proceso de incorporación.

Para que el chavo logre su incorporación al proyecto debe de asumir una serie de derechos y una serie de obligaciones que se encuentran escritas en las paredes de la casa. Por ejemplo: derecho a cama, a cobija, a bañarse, a estar limpio, a ayuda médica, a una comida, a ser escuchado, etc. y por obligaciones tiene las de bañarse, estar limpio, hacer algún aseo, participar en actividades comunes, no drogarse, no clavar cosas robadas, respetar a los demás...

Aparece la obligación de respetar a los demás, como una cosa necesaria en el nuevo ambiente de comunidad, solidaridad, de vida nueva que empiezan. Pero el chavito choca y se da cuenta que las «leyes» internas de derechos y obligaciones no son respetadas en su último punto: todos le echan un montón de carrilla. No lo bajan de flaco, bajo, chaparro, gordo, narizón, lento, orejón, alto y cualquier otra cosa que pueda ser un defecto no asumido del chavo. Del cual los demás encuentran que cuando se lo recuerdan al morrito nuevo se enoja, llora, o se va de la casa.

Esta carrilla hablada y evidente es relativamente fácil de controlar por parte de los mairos. Pero no es todo. Existe más en este campo de la carrilla: las caras. Por ponerle un nombre a aquel cúmulo de signos que nos manda una persona al estar frente a nosotros. Se podría hablar de las ondas de energía que nos manda, de las que en conjunto recibimos y él recibe de nosotros.

Recuerdo un sábado en que José Guadalupe llegó necesitado de casa. Su sonrisa era la de todos los días, brillante, transparente, entró por el pasillo, saludó a medias. Hacía tiempo que no se paraba por la casa, así que lo saludé lo más eufóricamente que pude: "¡Qué padre que estas aquí con nosotros!" Mientras escuché algunos comentarios a la sorda como: "Mairo: sáquelo". "Ese es un desmadre". Traté de hacer algo y callé esos comentarios. Los morros que estaban en la casa siguieron clavados en la televisión pero ignoraron al nuevo miembro de la comunidad... José Guadalupe no soportó estar parado y tratando de encontrar un lugar en esa casa y se fue como a los dos minutos. Nadie le dijo nada que lo agrediera en especial, pero el ambiente burbujeaba rabia contra él, y se percató: sintió ese ambiente negativo en su contra y mejor se fue.

Por eso quiero hablar de una carrilla evidente, de la que algunas veces el mismo agredido se ríe, y con ella se integra al grupo y una carrilla invisible, que no se ve, que no es evidente, y que de tal manera marca y excluye que el agredido tiene que dejar el lugar por salud mental, para estar a gusto.

Los mairos

Por su cuenta los mairos son otra oferta, que ayuda a que un morrito se quede, como, a que un morrito se salga del programa.

2)Apoyo vs. no apoyo

Le ayuda mucho a un morrito el apoyo que pueda sentir de parte del mairo. Le ayuda que sea querido, que se le respete. La relación con el mairo va a ser fundamental pues da el espacio reconocido, da la puerta principal, la oficial.

Se han dado casos en que un morrito sale impestivamente del programa pues se ha peleado con un mairo. Aquí la relación morro-mairo tuvo un rompimiento de todos los lazos de comunicación y en definitiva el chavito enojado con el mairo sale huyendo de la casa. En los ocho meses de este trabajo no se dio el caso.

4)Presión vs. flexibilidad

Otra cosa que los mairos hacen para correr a un morrito es la presión a las normas. Cuando se ve que a un morro el proyecto no le ayuda en lo más mínimo sino que empieza a usar la casa para estar limpio y dormir a gusto, pero el morro se droga y roba y hace cosas que le quitan vida... El mairo ve que la única solución es regresar al morrito a la calle (no vida) para que allí piense y luego regrese ya con ganas de casa como debe de ser: participar todo el día, sobretodo en la escuela y las actividades que sean comunes.

Otro camino que siguen los mairos es darle más libertad para que en un momento dado haga algo escandalosamente prohibido y con ese simple hecho se le eche de la casa. Por ser un bato manchado y haberse pasado de lanza con la casa. Siendo que la casa, lo único que quiere, es hacerle el paro.

La búsqueda

Ofertas por todas las esquinas: dinero, droga, cotorreo, finanzas, quien lo invite, chemo, mairos, albergues, dif, viajes e infinidad de posibilidades abiertas a mundos nuevos y fascinantes.

Marcado por la sociedad como callejero, el chavo de la calle busca y encuentra poco a poco su lugar, a fuerza de caer y levantarse, sólo viviendo, caminando se ubica socialmente. Con base en aceptación y rechazo descubre a su grupo de amigos: en los que puede confiar. Atrapado entre los que se siente bien, el chavo sonríe. Temeroso en ambientes cerrados, inseguro entre puertas cerradas, sigue de paso en busca de otra cosa.

Nuestro amigo podrá sentirse muy a gusto con sus amigos para la droga, podrá realizarse cuando, entre varios, atraquen un lugar, sentirá a los compas cuando lo alivianan o le hagan un paro. Se sentirá muy querido cuando, por la calle, un compa no lo deje abajo y le role media torta.

Nuestro amigo al mismo tiempo que va descubriendo las caricias de la calle, le toca sentir las bicicletas, los golpes, los rechazos, los insultos: la lucha por ser aceptado. Sentirá la soledad en otros ratos, algún amigo que cayó al tute, otro que mejor se va, uno acuchillado... Sentirá él mismo que la calle no es vida, no es un lugar, no es nada, y buscará, saldrá nuevamente, a refugiarse en algún lugar: fuera de la calle.

Se detendrá más o menos tiempo según sea o no aceptado.

El chavo en busca se peleará interiormente para descubrir si lo que más le conviene es la calle que poco a poco va reconociendo como mala o alguna casa-hogar que los mairos le ofrecen como alternativa de vida y que supuestamente es buena. Su lucha interior será entre lo que se le presenta como bueno y malo.

Su decisión la tomará allí en la calle. Con un tiempo de vivir experiencias que la sociedad etiqueta como malas. Allí él mismo tendrá que saber qué es lo que él mismo quiere para su misma vida. Quizá no le quede lejos algún señor bien en busca de diversión, ni le quede lejos un teporocho quien le haya compartido algún lonche. Quizá sueñe con alguno de ellos como modelo a seguir. Puede cruzar en su mente la idea de ser mairo, de esos casi perfectos e im-pecables. Algún padrote quizá ya iluminó su vida para adelante. Pero lo más probable es que no sueñe en nada, sino que simplemente se quede en el momento y goce lo más que pueda a su amiga, a su chemo, a su mota. ¿Dónde estará nuestro amigo? a saber...

La sociedad injusta en que vivimos genera esas familias manda niños a la calle. Nuestro amigo sale a buscar algo para él, emprende un camino perdido desde el principio. La calle no le ayuda a resolver sus problemas, los mairos son lentos en la respuesta.

Mi historia en MAMA

La época del refugio en 1991

En está nueva época trabajamos cinco educadores: Triny,

Lupita, Luis Enrique, Juan, y yo. Con el siguiente horario:

Lunes Martes Miécoles Jueves Viernes Sábado
Club de Calle Triny Lupita Triny Lupita Luis Enrique Juan y Nopal
Refugio Noctruno Triny Lupita Luis Enrique Luis Enrique Triny y Lupita Juan y Nopal
Trabajo de calle   Nopal Juan y Nopal  

En trabajo de calle pronto dejé de ir los jueves porque resultaba una experiencia en demasiada soledad. Quedó sólo un día de trabajo de calle.

También se cuenta con una junta de educadores que ha pasado del viernes por la tarde al jueves, y por último al lunes. Su duración es de dos horas, aunque en casos especiales dura cuatro y otras veces se suspende por falta de asistentes.

Mayo, junio y julio 91

En Diciembre de 1990 se cierra la casa de Antonio Alzate como segunda fase del programa de MAMA y todos los recursos humanos y económicos se concentran en la tercera fase del programa en la casa grande de MAMA, de Ciudad Granja. Se juntan dos generaciones de morros, y al mismo tiempo se juntan dos equipos de mairos. Los apoyos de parte de los voluntarios siguen siendo parciales allá, pero con muy pocas ganas, por una gran falta de conocimiento de la realidad de la tercera fase y al mismo tiempo por la incomunicación de los dos equipos de trabajo fusionados.

Muchos mairos dejan el equipo y de hecho nueve meses más tarde solo un mairo de aquel equipo de 12, creado por la fusión, permanece en la fase de Ciudad Granja. Así que en mayo del 91 lo que hay es una crisis. Nos preguntamos si lo que se hace realmente funciona. Hay preguntas en el aire: ¿Qué vamos a hacer con los chavos grandes?, ¿qué es lo que realmente necesitan para ser ayudados?, ¿está el programa haciendo todo lo que puede? En fin, se preguntaba de todo en ese momento. Tantos mairos, tan poco trabajo hecho, replantean la acción en la tercera fase, pronto surge la idea de regresar a Antonio Alzate, se lanza la propuesta de Refugio.

Reabrir la casa de Antonio Alzate surge primero como idea misma de las fases del programa de MAMA. Las fases buscan que el cambio que va dando el niño sea procesual y no de golpe. El programa no quiere dejar la calle pues quiere seguir ayudando a niños allí. Así que la idea de crear el refugio surgía del mismo proyecto de MAMA y de una experiencia similar tenida anteriormente.

Otra de las razones que invitaban a la apertura del refugio era dejar las tensiones de Ciudad Granja. Problemas mairo-mairo, mairo-morro, mairo-director y morro-morro. Propiciaron ver una salida a todo eso en el refugio mismo.

En mayo del 91 se vuelve a abrir la casa de Antonio Alzate. El equipo que se llega a formar parece que viene huyendo de la experiencia vivida en Ciudad Granja.

El equipo se forma primero por Celia, Triny, Oscar, Lobo y yo. Los cinco cubrimos por un lado tres días de club de calle y refugio nocturno; y por otro lado cinco salidas a la calle en busca de morros, en diversos lugares. Se va a Tlaquepaque, a Zapopan, a Plaza del sol, y se continúa con la zona centro y hay reconocimiento a lugares viejos como la vieja central y la estación de ferrocarril. Se visitan otros centros comerciales sondeando la presencia de chavitos que por allí duerman. Por este tiempo también se incorporan dos mairines: Alfonso y Valentín. Quienes dan más apoyo al programa en esta fase.

Se empiezan a convocar a una serie de reuniones para evaluar la globalidad del proyecto. La idea de estas reuniones es convocar a una evaluación de todo el proyecto en su conjunto para lograr ofrecer una mejor alternativa a los chavos a su problemática y hacia el futuro. Los voluntarios sólo al principio estamos presentes.

Presiones, crisis, la misma evaluación, el sin sentido, o todos los factores juntos hacen que Celia, Oscar y el Lobo dejen el equipo. Así mismo se evalúa la participación de los mairines, a Alfonso se le critica severamente ciertas actitudes independientes que tiene y se pide que no trabaje más en el equipo, mientras que Valentín es exhortado a seguir adelante.

Celia dejó el programa (junio 1991), había muchas cosas que no le eran fáciles, quizá demasiadas presiones, quizá malentendidos acumulados. En fin, con la paz que le caracterizaba y en el momento que vio oportuno se fue a México, Distrito Federal a otro trabajo. Hubo despedidas, pues lo que nos unía era la amistad en el trabajo.

Con la salida de Celia y Oscar, se incorporan al equipo Lupita y Luis Enrique. De entrada sobre ellos recae la decisión de dejar o no a Alfonso en el equipo. Finalmente deciden que no. De este momento en adelante la participación de Valentín va en disminución.

Así queda formado un nuevo equipo. Se tratan de olvidar todos los cuestionamientos anteriores para regresar al trabajo y ayuda de los morritos sin hogar.

Julio es un mes tranquilo. Con la idea de qué es lo que el nuevo equipo va a hacer. Finalmente se decide abrir la casa más noches y dar más paros de casa a los morritos de la calle.

Agosto y septiembre

El primero de agosto se inicia el refugio nocturno con una nueva situación. Seis días de club de calle y refugio. Un total de diecisiete horas diarias en las que se atenderán las necesidades del chavo. Considero que este tiempo fue de olvidar el pasado. Trabajar, estar en la casa, convivir con los chavos que fueran llegando, quizá simplemente verlos pasar. En esta etapa de olvidar el pasado también se olvidaron un montón de consignas, de actitudes de trabajo, de lucha, de presionar al chavo para que cambie. En fin fueron tiempos de olvidar todo.

Tiempo de mucha tranquilidad. Podemos ver a lo que invitaba la bitácorca.

Se elaborará un cartelón con nombre para aseos y elaborar una especie de lista de morros más asiduos al refugio que tengan derechos sobre camas. [También] se pondrán más lazos para tender la ropa.(51)

Estas cosas de pensaron a principios de septiempre del 90 pero se realizaron de hecho hasta Febrero del 91. En el equipo había un olvido tan grande, había unas ganas de que alguien nos pusiera la muestra, extrañabamos tanto a Celia, que nos guiaba tanto. Se olvidaban las cosas más mínimas para cualquier orden:

las cobijas, por la noche se las prestamos [a los morros] y en la mañana las regresan, para evitar que se las lleven. También me encontré un bote de jugo con chemo, creo que debemos estar buzos por si en la noche le ponen.(52)

Octubre y noviembre

La pasividad con la que afrontamos las situaciones continúa en estos meses. Se agudizan problemas personales entre algunos miembros del equipo. No se confrontan. Pronto dieron como resultado más incomunicación en el equipo. Silencios, esperar a que sea el otro el que haga las cosas.

El mes de octubre la única actividad nueva que aparece es la de la escuela y se presenta en los siguentes términos:

A los que van a clases se les apoyará para el camión [con] 800 pesos(53) por morro. Las clases inician a la 11:00 por la mañana el mairo(a) en turno llamará a Ciudad Granja para avisar cuántos chavos asisten y por la tarde reportan si acudieron o no. El chavo tendrá derecho a tres oportunidades. Si, por ejemplo, un día no acude y gasta su lana se creerá en él 2 veces más y a la tercera, si lo vuelve a hacer, él tendrá que buscar sus medios económicos para asistir nuevamente, creo que debemos estar motivando continuamente para esta acción.(54)

Octubre es el mes en el que poco a poco se generan actividades. Surge primero la escuela, como algo que viene de fuera y nos recuerda que el refugio es más que televisión por las tardes, cena, baño, una cobija por las noches y huevo en el desayuno. La casa grande de MAMA, Ciudad Granja, tiene unas modificaciones y entre ellas se ofrece la escuela: asesoría. Es un programa en el que se pretende dar escuela a estos morritos. Esta escuela se ofrece como una alternativa para los morros que asisten al refugio, la casa de MAMA: Antonio Alzate. Es una nueva actividad que claramente no sale del equipo de educadores de Antonio Alzate, sino viene de fuera.

A finales de octubre se «descubre» que los morros que asisten a la casa le ponen a la droga. Se descubre porque antes no lo habíamos notado, creíamos ingenuamente que ya no se drogaban. Pues no lo hacían frente a nosotros. Así en una reunión de mairos vuelve una pregunta:

¿Qué hacer ante el destape de los chavos: ante el problema de la droga?

-Más presión en horario de llegada.

-Establecer horario de cena para que todos estén en la cena. Se inicia la preparación aproximadamente a las 7:30 p.m. y queda formalmente a las 8:00 p.m. Salvo actividades.

-Urgente realizar programa de actividades.(55)

Aparece la idea de las actividades. En la teoría del Club de Calle (las tardes de 5:00 a 9:00) se vislumbran una serie de actividades: deportivas, recreativas, culturales, educativas, colectivas, sociales y las de asistencia médica y alimenticia. Pero en los meses transcurridos no se ha hecho nada.

Para noviembre se retoman estos aspectos de las actividades, se empieza por insistir en la limpieza como medida concreta. Parece que los descuidos en este aspecto nos llevan a replantear la problemática de la siguiente manera:

Retomando lo de la limpieza, en realidad creo que esto nos concierne a todos. Reconozco de mi parte descuidos, más tengo también obvservaciones: basura acumulada, ollas sin lavar, ropa sucia en cuartos. En fin esto es reflejo de que estamos muy mal como equipo. Creo que nuevamente cada quien trabaja a su manera y le estamos aflojando mucho. ¿Qué pasa con lo que se había acordado promover actividades, y etc., etc., etc.? En cada junta se habla sólo por hablar o qué onda. Yo no entiendo, en este descontrol me sumo yo también, mas existen deseos de mejorar las cosas. ¿Quién podrá aportar la respuesta mágica que genere nuevamente la confianza entre nosotros?(56)

Las cosas no se arreglan y en verdad nadie del equipo sabe qué hacer. Algunas otras notas en la bitácora siguen mostrando una cierta incomunicación, unas, cierto desgane en el trabajo. Pero días más tarde se vuelve a hacer evidente la escisión en el equipo:

Insisto, ¿qué estamos haciendo como equipo? Creo que [...] estamos dados a la madre con cuestiones personales. Yo en esta semana me sumé al grupo. Mairos aunque sea apoyemos en el trabajo, ya que en asuntos personales que Dios nos bendiga y nos dé fuerzas para encontrar una pronta solución y además entereza para enfrentar lo irremediable, ya vendrá otro mañana, tratemos de sonreirle a la vida. Creo que [...] unidos podríamos, con mayor responsabilidad, afrontar este compromiso moral. Tendremos que despertar rápidamente y seguirle rifando en esta noble pero dura causa.(57)

Ante la necesidad de promover las actividades se va lentamente insistiendo en ellas. El equipo va sacando un poco los conflictos que se tienen, lo que ayuda a la liberación de tensiones y facilita el trabajo.

También persiste la creencia que se puede trabajar en equipo sin tener una mínima comunicación interpersonal.

Perdida en el mes hay un "inicio [del] periódico mural tratando de poner en marcha las actividades".(58) Como actividad es una pequeña isla pérdida en el oceáno pacífico. A finales de noviembre "iniciamos [con la] jornada de limpieza. Todos [los morros] entraron con ganas".(59)

Octubre, noviembre son meses congelados. Ningún morrito permanece mucho en el refugio ni tampoco "dan el gran paso" a la casa de Ciudad Granja y se establecen allá.

Podríamos hablar de Pablo que fue uno de los que indicó el problema de la droga en estos meses.

Ya como a las 11:00 p.m. entré al cuarto y olía mucho a tonsol y Pablo tenía cara de menso, ya se había terminado [el tonsol].(60)

Tres días más tarde nos encontramos a

Pablo que escucha música en el cuarto, traía resistol o cemento en un frasco, allí le ponía. Hablé con él, no me quería entregar el frasco, por fin lo hizo y dijo: 'al cabo mañana compro más'.(61)

Al lado de estas notas amarillas de Pablo también encontramos la línea de la esperanza pues es que

Pablo se ve como candidato a Ciudad Granja (va muy bien en la escuela). A Pablo se le dará una semana aquí para irlo preparando.(62)

Unos quince días más tarde "se platica con Pablo sobre su cambio a Ciudad Granja, él está de acuerdo. Mañana cotorrea con Rogelio para que ya se quede allá".(63)

Pablo pasó un mes allá en Ciudad Granja, en alguna ocasión lo descubrieron drogándose, por poco y lo regresaban a Antonio Alzate. Casi completaba el mes cuando un día,

Por la mañana, llamó Rogelio para comentar que Pablo González se había salido con la bicicleta del profe de educación física. Se buscó al chavo por la ferro, por el centro... nada.(64)

Ya no supimos más de ese chavo, se borro de nuestras vidas.

El refugio no estaba ayudando mucho. Pablo fue uno de los pocos que logró llegar a Ciudad Granja, pero duró unos cuantos días allá, ya se había acostumbrado a no hacerle caso a los mairos. Ya sabía como pasarse de lanza. Y cuando vio la oportunidad (ya platicada con otro morros) de irse de baño con la bici, no esperó nada. Se manchó bien con el proyecto, fueron varios días en los que lo estuvimos buscando, pues no se le quería dejar impune por ese robo. Supimos por su tío que Pablo era de Tecomán, Colima. Pero ¿Quién iría hasta allá a buscar a un niño? El tiempo fue borrando su historia, pero ahora siempre que hablamos de Pablo pensamos en un ladrón. Siendo que Pablo lo único que hizo fue aprovechar una oportunidad, una libertad que vivía en Ciudad Granja. Se le hizo más agradable una bici que conservar la amistad con unos mairos que, por más buena onda que fueran, tenía unos pocos días de conocer.

¿Qué le pasó a Arnulfo? Caso especial, por tener más de los dieciséis de edad límite. Siempre fue algo especial, y se puede decir que se metió en dos problemas en la casa: el primero "respecto de unos comentarios que según eso hizo de las mairas"(65) y el otro "que se quedó escondido"(66) en la casa. El día que se quedó escondido se le pidió que se saliera y luego se le negó el paro hasta que él mismo se fue de la ciudad. Arnulfo se fue con otros tres: Juan Carlos, Roberto y José Guadalupe. De ellos cuatro sólo José Guadalupe regresa a la semana a la casa, pero la historia de José Guadalupe es muy distinta.

Diciembre y enero de 1992

Diciembre llega y con él también llega el espíritu navideño. En los primeros días del mes aparece una invitación en las bitácoras:

Mairos sería conveniente que continuemos realizando preparativos para esta época, retomando esto como actividad creo que ya es tiempo que le demos vida a esta casa.(67)

Pero sucede algo fuera de nuestro control. A mediados de noviembre había salido casi la mitad de nuestra población, luego en diciembre muchos otros dejaron de ir, así que la segunda semana de diciembre sólo teníamos cuatro pobladores. Cuando supo eso el director, una semana después, pidió que todos los educadores de Antonio Alzate fueramos a la calle en busca de niños. Cuando los niños quisieron volvieron a aparecer en la puerta de la casa en busca de paro. La navidad fue con promedio de 10 chavos, algo más normal para la casa.

Navidad, vacaciones (aunque en la calle sólo se ven a los vacacionistas) promovidas por la tele. Películas especiales del niño Jesús, especiales de navidad, finales felices y llenos de regalos... bueno ese es siempre el ambiente de navidad. En el refugio también aparecía así, aunque no era real.

El día de navidad, hubo cena especial y hubo reparto de regalos, lástima, eran regalos para niños, donados por gente de buena voluntad, pero que no sabe que el proyecto es más para adolescentes que para niños. Ví 14 caras de alegría y emoción al ir rompiendo un papel navideño, también vi 14 caras de: "¡ah!", una cara de "chin: no quería nada, pero ¿esto?, ¿qué es?, no es para mí, ni tengo un hermanito a quien regalárselo". Algun morro jugó con su avión de plástico y luego lo dejó guardado en la oficina (tres meses después queda por allí un regalo guardado).

Después de una cena y un reparto de regalos todos los morros traían onda de salirse por unas chelas que tenían clavadas por el expiatorio.(68)

Llega enero y con enero, el año nuevo y sus propósitos de cambio, de ser mejor. El equipo de educadores cambia, las propuestas son más factibles de ser llevadas a la práctica, se van haciendo realidad algunas cosas. Por un lado van saliendo más exigencias en las bitácoras, "que la basura", "que no se aseó lo suficiente en el otro turno", "que hay que fijarnos en tal o cual cosa".

La preguntas sobre los morros no son lo fundamental pues el grupo de pobladores de la casa trae actitudes nuevas, abiertas y empieza a ser muy estable. Son dos factores que de alguna manera ayudan a los educadores en este momento a que se organicen. La idea de las actividades toma forma clara y precisa y para mediados de enero ya hay un cuadro claro de lo que se trata:

Lunes Martes Miercoles Jueves Viernes Sábado
Asamblea de morros. Aseo general de la casa Actividad deportiva de fut. Periódico mural.

Seis meses le tomó al equipo, lograr quedar de acuerdo en cuatro actividades mínimas. Hay que reconocer que no fue nada fácil, aunque cualquiera diga que el cuadro anterior es ridículamente fácil, hacerlo realidad, no lo fue. Olvidos, incomunicaciones, no verle sentido, más fácil simplemente ver televisión, cansancio de otras actividades, falta de credibilidad (en el proyecto, en los demás mairos, en el director), dudas, miedos, ausencia de morros por los que sí valga la pena dar la vida, cumplo con mi turno y lo demás a volar... Demasiadas trabas fue teniendo el proyecto de actividades pero al final, después de un pesado semestre, en el que que se puede decir que perdimos a todos los morros. Los perdimos pues ni uno sólo de todos esos morros que participó en el semestre pasado continuó en el proyecto. En ese sentido no supimos ofrecerles nada que les animara más que la calle. En ese sentido no fuimos proyecto alternativo. Sino que les ofrecimos más de lo mismo a lo que vienen huyendo.

En enero ya la bitácora habla de acuerdos. Estos parece que ayudan a los chavos. Están por un lado las actividades para ellos, y por otro, la idea unificar los criterios de las ideas comunes:

Se debe retomar, para todos los chavos y como único beneficio para educación del mismo, [que] queden claras las consignas para todos los educadores, como un compromiso real y que se cumpla. [Tenemos la tarea de] retroalimentar el respeto al chavo y al mairo. [Se debe] cumplir con las reuniones dentro del día y el horario señalado. [Debería de haber una] mayor comunicación entre los educadores [sobre todo] en los aspectos de los chavos.(69)

Las ideas van siendo cada día más claras. Surgen propuestas indirectas de platicar y comunicar los criterios, así por ejemplo aparece la reflexión de un mairo:

He estado manejando la consigna de que, el que no trabaja no tiene derecho a comer. Si alguien no está de acuerdo lo vemos en reunión para poder perfilar nuestras posturas como educadores y que tengamos los mismos criterios.(70)

Al mismo tiempo se cuenta con la asamblea, una nueva instancia para hacer llegar las consignas de la casa a todos los morritos, una forma de transmitir en masa una idea determinada. Aunque seguimos siendo educadores de lo cotidiano, preferimos los rollos en grupo para trasmitir y que quede claro lo que se quiere decir. La asamblea al mismo tiempo pretende ser una instancia para el autogobierno de la casa, en donde los morros se animen a decir lo que quieren de la casa y de sus actividades, consignas, planes, ideas, pleitos con otros y demás cosas que se les ocurran. Así en una de las primeras asambleas los morros guiados por un mairo llegan a las siguientes conclusiones:

1)Este jueves(71) se fija la fecha del próximo paseo.

2)El aseo general es los martes.

3)Para los morros que le falten el respeto a un mairo, sanción de T.V. o de acuerdo a la falta.

4)Mejorar las comidas de los cocineros,(72) que se laven las manos antes de preparar la comida, y que sólo estén los indicados para hacer la comida.

5)Para el chavo que meta droga sanción de dos días de calle.

6)Prohibido fumar en los cuartos, en caso de insistencia [de parte de los fumadores] se verá una sanción posteriormente.

7)El chavo tiene que bañarse por la noche para que amanezca limpio y alcance a hacer sus aseos. Se tendrá que presentar a cenar [después de su] baño.(73)

Es enero el mes para consolidar muchas cosas, dejar en claro otras y la oportunidad de seguir el camino de la educación de estos morritos abandonados. Se van dejando poco a poco los problemas personales, las diferencias para dejar espacio al trabajo como tal. Se empieza una dinámica: exigir ciertos acuerdos y criterios comunes a los demás mairos como parte del trabajo cotidiano. Aunque no están del todo limadas las asperezas personales, las actitudes de los educadores es de mayor colaboración en el trabajo en equipo.

Febrero

Para febrero, la población del refugio se vuelve muy constante. Lo podemos observar en la gráfica. Dos niños participan los 25 días que la casa está abierta; dos, 23 días; dos, 20 días, y dos, 15 días. Así tenemos una población de 6 a 8 niños que es casi constante. Es el mes de más alta permanencia de parte de los chavos. La comparación con otros meses se puede observar en las gráficas que se encuentran en los apéndices del final (cfr p. 143).

A finales de enero y principios de febrero se dan una serie de robos a la casa, supuestamente cuando está cerrada. Se desaparecen fundamentalmente grabadoras y alguna ropa. No se llega a saber quíen es el autor de los robos pero se van tomando medidas como la de cambiar la combinación de las tres chapas. Se buscan sospechosos: "por un lado Enrique Tello, que andaba tras de la grabadora, por otro la aparición de Alfonso(74) por la mañana el día del robo".(75) Luego los mairos en reunión de equipo diseñan una posible solución a estos problemas y surgen unas estrategias para solucionar los robos:

[Hacer] una campaña permanente de guardias(76) con la finalidad de descubrir al chavo [que se mete a la casa]. [Se proponen las siguentes] medidas de seguridad [para el mairo:] sólo limitárse a ver quién es el que entró, [en ningún momento se] tratará de violentar. [También se propone] utilizar candados en todas las áreas de la casa. [Se ve también necesario hacer una campaña con los chavos en sus asambleas.] A éstos les debe quedar bien claro que todos [los mairos] estamos molestos. Se tratará de insistir en la traición, utilizar su mismo lenguaje (manchados, se pasaron de lanza, etc.) Se tratará de crear conciencia. Las medidas que se van a tomar: 1)expulsión por tiempo indefinido o 2)entregar al tutelar. Concientizar a la asamblea de tal manera que se responsabilice al chavo de que él fue el del error y que el mairo no es gacho. Buscar alianza con los demás morros, más si se toma una medida extrema.(77)

La idea de «el mairo buena onda» sigue en todo su apogeo. Pero por más intentos de atrapar al amigo-ladrón, nunca se supo nada.

Febrero es un mes de esperanza en el que algunos morros manchados dejaron la casa (principalmente porque cayeron al tutelar) mientras que otros nuevos y viejos conocidos llegaron a la casa con ganas de estarse un buen rato. Por eso tiene el mes un tinte de mucha esperanza. Hablamos de seis que resultan ser muy constantes. En cada uno de los seis hay mucha confianza, hay ya un cariño y una apuesta hecha por ellos, hay alegría al verlos y verlos crecer.

¿Cómo crear un educador de calle?

Lo que pudiera parecer más importante en el educador de calle es la vocación. Si esta fuera lo importante entonces la tarea sería simplemente buscar esas gentes que tienen vocación. Incorporarlas a un proyecto que trabaje en pro de los niños de la calle y esperar a ver los resultados. Pero ninguna aptitud humana es innata. Sí hay algunas personas que se les facilita más una cosa que otra, pero siempre podemos recurrir a su historia para encontrar la razón de la aptitud.

La vocación del educador de calle inicia con un pequeño deseo en algún momento de su vida. El concreto del deseo será trabajar en alguna institución que apoye a los niños callejeros. La vocación irá madurando, irá creciendo, será.

Por eso es importante en este momento preguntarnos por la actitud previa de esta vocación. Luego por cómo se va realizando en un equipo de educadores de calle.

Actitud previa del educador de calle

Antes de poder llamar a una persona, educador de calle, tiene que querer trabajar por el bien de estos niños. Desde su interior inquieto debe surgir la idea de ayudar a estos niños desamparados por la sociedad. Debe quitarse todos los miedos que la sociedad impone: debe liberarse de los prejuicios sociales en los que se encasilla a tanto chiquillo de la calle para poder desear un trabajo por estos niños.

Este es el momento cero, antes de todo trabajo real por el niño. Es el momento del deseo, de imaginar cómo la realidad podría ser de otra manera: rato de desear más humanidad. Los concretos de este momento cero son buscar más gente interesada en ayudar al niño de la calle, pedir trabajo en alguna institución que ayude a los niños de la calle.

Encontrar una institución que trabaje con los niños de la calle y que necesite de algún educador es una tarea fácil, porque "la rotación frecuente de personal"(78) permite que entren y salgan muchos educadores. Por lo que resulta fácil encontrar vacantes en la institución.

Ya en la institución, el nuevo educador, con gusto y vocación incipiente, va a formar parte de un equipo. En este equipo es dónde tiene que ir madurando su vocación de entrega. Por eso vamos a tratar de perfilar el equipo de educadores, sus funciones, sus tareas, sus limitaciones...

El equipo de educadores

Es probable que una pareja de papá y mamá solos puedan educar a su hijo, pero en la vida diaria nadie hace tal hazaña: la mayor parte de la gente busca en otros ayuda para formar a su hijo. La escuela es el mejor ejemplo los padres recurren a ella y a otros para ayudarse en la formación de sus hijos, ¿Qué es lo que le toca hacer un educador?

El educador podrá pensar que él solo puede con el paquete de tal niño. Quizá llegue a pensar: "Yo sí puedo ayudar a Juan Ricardo". Pero en verdad nada podrá hacer.

El educador podrá hacer algo sólo a través del equipo de educadores. No sólo eso, sino que sólo podrá ser educador y mantenerse como tal si tiene la ayuda del equipo de educadores. Porque el equipo lo va a instruir, le va a regular su actividad y su cariño a los niños de la calle.

El equipo instruye

El equipo en un primer momento será el que instruya al educador. Desde la tarea tan simple de presentarlo con todos los niños. El equipo va a ser quien encamine al nuevo educador en la cultura de la calle. Quizá sea su primer diccionario. Palabras tan complicadas como baño si se usa mal puede generar mal entendidos. Pensemos en la siguiente escena hipotética.

-Mairo, un baño, ¿sí?-, le pregunta un morro al mairo.

-Claro que sí-, contesta el mairo.

Al rato el mairo pasa por el cuarto y huele a tonzol. Rápidamente se deja ir en contra del niño a regañarlo.

-¿Dónde está el demás tonsol?

-Pero, mairo, si Usted me dio permiso de un bañito, qué le pasa.

En nuestra escena hay una confusión, la palabra baño es entendida en dos sentidos. En la primera pregunta el educador entiende un baño en la regadera, mientras que el niño entiende un baño con tonsol.

El equipo de educadores debe de ser la instancia en donde el educador nuevo aclare todas estas dudas. El equipo va a ser quien lo lleve de la mano en sus primeras experiencias de calle al nuevo educador. El equipo es, pues, el instructor del nuevo educador.

El equipo regula

El equipo le va a presentar toda la cultura de la calle al nuevo educador. Pero no sólo eso. El equipo que quiere luchar por la vida de los niños de la calle, va a regular la actividad de los demás educadores. Así cuando un educador actúe lo va ha hacer pensando en los demás del equipo, lo va hacer sabiendo que no está solo.

El equipo, en sus reuniones semanales, irá estableciendo los criterios de acción con los niños. Criterios que retroalimentan y confrontan la actividad concreta de un mairo. El equipo será el que busque los qué haceres concretos en las situciones de cada niño. Los criterios van a buscar que el trabajo de los educadores sea más uniforme. Para el chavo parece que es más educativo que los mairos estén de acuerdo: pues si cada mairo hace lo que quiere se generará un desconcierto en el niño.

Así, por ejemplo, habrá que pensar qué hacer cuando un niño no se levanta de la cama a la hora indicada (7:00 a.m.). El mairo podrá pensar en: 1)quitarle la cobija, 2)echarle un vaso de agua, 3)que pierda el derecho al desayuno, 4)dejarlo allí y no hacerle caso por el resto de la mañana, 5)tumbarlo de la cama, 6)hacerle cosquillas, 7) alguna otra cosa.

Todas estas acciones han pasado en la casa algún día, son historias de cada mañana. Por eso es importante que el equipo de educadores revise cada acción. Al revisar punto por punto, se descartan rápidamente aquellos en los que está implicada cierta violencia física, por mínima que sea. Los criterios de los educadores se determinarán de dos formas distintas.

Un forma son las reuniones de mairos como momento para revisar los diferentes criterios. En la práctica nunca se revisan una a una las acciones de los mairos para descubrir los criterios de acción que ocultan, sino que, se plantea un problema, por ejemplo: que no se levantan a tiempo. Los mairos reunidos, con el recuerdo de la historia vivida en la casa, buscan el mejor criterio, el más sano, el más eficaz para ayudar a resolver el problema de la levantada. Luego todos los mairos plantean cuál puede ser el mejor criterio que más ayuda a estos niños que hoy visitan el refugio.

En nuestro ejemplo el criterio más viable para el morro que no se levanta a tiempo es que, pierde derecho a desayuno.

La otra forma de proponer un criterio es que éste aparezca escrito en la bitacora, para que los demás mairos pongan su opinión. Esto lo podemos ver un una de las bitácoras:

Yo he estado manejando la consigna de que el que no trabaja no tiene derecho a comer. Si alguien no está de acuerdo, lo vemos en reunión [de mairos] para poder perfilar nuestra postura como educadores y que tengamos los mismos criterios.(79)

En realidad el equipo no opinó nada ni a favor ni en contra y como el silencio otorga, resultó ser un nuevo criterio que marca la relación con el niño.

Son estas dos de las formas en las que el equipo va a descubrir poco a poco cuál es el criterio de acción para cada una de las actividades de la casa. Preguntas desde si le es permitido al chavo entrar con droga a la casa o no. Cada mairo irá manejando cada situación que se le presente de la manera en que vea más conveniente. La reunión de mairos será el instrumento para checar que lo que se hizo estuvo bien, mal, o pudo haber sido mejor. La reunión de mairos es un chequeo de los malentendidos del pasado para crear espacios más claros donde todos nos podamos mover en el futuro.

Estos criterios primero funcionan como vereditas por dónde llegar a donde queremos. Pero a fuerza de repetir la misma idea, a fuerza de recordarla todos los días, va teniendo peso de ley. Ley que no queda escrita en ningún lugar, sino que se va recordando conforme se tenga necesidad de ella: cuando es muy infringida.

Formas de acercamiento

La vocación por los niños de la calle va creciendo tanto como va creciendo nuestro cariño por niños callejeros concretos. Es ese cariño dado y recibido el que va a transformar al educador y al niño de la calle. El educador cuando quiere a un sujeto de la calle deja de ser objetivo con él: es subjetivo. Este punto es importante que quede claro.

No se puede ser objetivo cuando hablamos de un niño. Porque en la relación con el niño florece siempre lo que lo queremos. El amor que le damos al niño puede nublar nuestra visión de tal manera que una gran carencia que tiene no la logramos ver. Al igual que el amor que no le damos puede hacer que veamos grandes carencias y nulas posibilidades de cambio en el chavo. Es por eso que no podemos ser objetivos en la relación que vamos generando con los niños de la calle.

Cuando alguna de estas dos formas de cariño nos hace no ver exactamente al chavo sino ver sólo la imagen que tenemos de él reflejada en nuestro cariño. Es cuando entra el equipo a buscar una objetividad que parta de todas las subjetividades juntas. Las relaciones humanas que se generan dan para que un mairo se lleve bien con un morro, pero otro mairo no se lleva bien con ese mismo morro, por eso el equipo debe de ser, a veces, un puente que dé acceso, cercanía y comprensión de los demás morritos, de los que no entendemos.

El equipo va a ser la única instancia que va a tener nuestro cariño, selectivo, para que se abra a otras vidas de otros niños, para que crezca, para que encuentre una ayuda más real.

El niño tiene la tendencia a dar lo que el educador pide. En especial cuando el niño quiere quedar bien con el mairo, cuando muestra sólo lo bueno que es. La visión de este mairo será incompleta. Para el mairo, convencido que este su amigo de la calle sólo hace cosas buenas (lo único que le muestra), no aceptará lo que los demás mairos digan que el morro no está bien. Por ello es importante el equipo. Pues se convierte en la única instancia por la que el educador puede ser objetivo: si escucha la visión que el resto del equipo tiene del mismo morro. El equipo va a completar la visión que un educador tenga de alguno de los morritos.

Habilidades del educador

La herramienta que más usará el educador será la comunicación interpersonal. Con ella se pone en juego no sólo los conocimientos e inteligencia del mairo, sino la misma persona frágil y humana.

No se le pedirá que sea hábil, sino que sea cercano, que se deje tocar, que se muestre como es, que quizá un día pierda, otro deje que se burlen de él. Pero que apoye incondicionalmente a los niños.

Las relaciones del educador se darán en tres niveles: educador-niño, educador-educador-equipo, educador-director. La relación debe de estar permeada por la convicción de que lo más importante siempre es el niño. Es muy fácil olvidar a los niños, especialmente cuando se les ve como personas incompletas por las que hay que hacer algo. Ante el niño de la calle tenemos algo más: es un niño que por un lado tiene en su historia personal decisiones muy importantes y por otro lado estas decisiones le han formado una personalidad reacia a cambiar.

Las decisiones que ha tomado el niño nos deben de animar a confiar en él, en sus propias decisiones. Su personalidad, forjada con base en duras decisiones, la vamos a recordar cada vez que se revele ante nosotros y nuestra bondad.

El educador y el niño

Al educador se le pide que trate de involucrarse en la vida del niño. Para que por un lado sepa descubrir los cambios que va dando el niño, sepa renovar la visión que tiene del niño que cambia. Que por otro lado sea capaz de descubrir la mejor herramienta pedagógica para ese niño concreto que tiene frente sí y no se aferre a su experiencia por más grande que sea.

En la vida de estos niños se van sembrando semillas. El niño debe su personalidad a las decisiones que toma en respuesta al medio que lo rodea. Así cuando tenemos un niño, tenemos algo que no se parece a nadie, y al que sólo le podemos responder de manera única. Al mismo tiempo sabemos que podemos generar una cierta respuesta en el niño. Sabemos que su personalidad no está cerrada, no está dada sino que pude cambiar. Como sabemos eso le inyectamos una serie de semillas. Le proponemos ofertas, lo queremos, le invitamos a que sea más. Pero luego actuamos como si el niño no cambiara o fuera inmune al medio ambiente. Nunca le quitamos la etiqueta que le habíamos puesto el primer día que lo vimos.

El educador en su relación con el niño debe de ser abierto. Una apertura por dónde puedan entrar más niños. Abierto no significa que no se escandalice de lo que pasa en la calle, eso ya se da por supuesto. Abierto significa que pueda descubrir eso que hay de bueno en cada uno de los niños a los que atiende. Abierto significa que sea capaz de ver crecer al niño, que acepte la vida que el niño tiene y que acepte que puede cambiar. Que acepte que la personalidad del niño no se da en abstracto. Una persona aislada de todas las demás no tiene personalidad, pues se es persona sólo frente a otra.

El educador debe de estar abierto a apoyar la personalidad como sea de cada uno de los niños que le rodean en el refugio. Debe de tener capacidad de diálogo.

Otra cosa importante que el educador debe aceptar de sí mismo es que puede equivocarse. Por otra parte, el niño debe saber y ser consciente de que el educador también se equivoca. Es decir, que ambos ubiquen que la realidad de la vida es que nadie es perfecto, sino que todos somos perfectibles. El niño debe de descubrir en el mairo a un amigo que también está luchando igual que él para ser alguien en la vida. El morro debe descubrir ese modelo que le permita relativizar sus errores y dinamizar sus potencialidades.

El mairo debe de creer plenamente en el niño.

El educador y el equipo

La experiencia diaria da para decir que cuando hay dos personas juntas, de alguna manera generan problemas de comunicación, de relación interpersonal, chocan, se enojan, se pelean. Esto no es ajeno al equipo de educadores en donde hay más de dos personas juntas y compitiendo para estar y sentir que hacen bien su trabajo.

Cuando los educadores no se llevan bien, porque son muy distintos: ¿Qué se puede hacer?

Para responder a esta pregunta, regresaría a la misma premisa: lo importante de todo el proyecto son los morros, así que se puede dejar a un lado la relación interpersonal infuncional para mejor ir a buscar la solución a la vida de los niños. No siempre es posible. En esto el mundo de los adultos es muy complicado. Por eso el objetivo buscado no es que trabajen juntos, ni que se desgasten en lo que uno ve mal del otro, sino que piensen los dos qué pueden hacer por tal niño concreto. ¿Cómo le pueden ayudar al niño a pesar de sus problemas? Se podría pensar como una terapia ocupacional para estos dos mairos que están en conflicto. En la relación, algo que puede ayudar no es qué hice bien y que hiciste mal, sino brincar esos problemas que ocasionamos al estar juntos para tratar de hacer algo realmente positivo por los niños que viven en la calle.

El equipo se forma cuando el director contrata a ciertas personas para que sean educadoras de niños. El apoyo, la confianza, el diálogo, la complementariedad en el equipo se irán dando en la medida en que no pierdan de vista la razón por la que llegaron al equipo, la razón por la que pidieron trabajar en ese lugar: ese deseo de ayudar a esos niños de la calle.

El equipo va a ser mediador en la medida en que se aprenda a hablar por los niños, en la medida en que se busque el bien del niño, sin importar otras cosas, en ese momento el equipo va a ser un mediador entre los problemas que generan los educadores por el hecho de estar juntos. Creo que centrados en el niño, se puede ir caminando.

El educador y el director

Otras de las habilidades que el educador debe tener es saber relacionarse con el director.

El mairo debe de afrontar al director con la misma línea de acción: Qué más podemos hacer como proyecto por el niño de la calle, qué no estamos haciendo bien, qué podemos hacer mejor. El que nos va a decir por dónde, es el mismo niño de la calle. Nos lo dice en la medida en que vamos siendo respuesta a sus problemas.

Se podría pensar que el director es un miembro más del equipo, pero eso en pocos casos se da. Porque generalmente el director tendrá bajo su control la toma de decisiones más importantes, que atañen a la vida del niño.

La relación con el director no puede ser pasiva. De esa pasividad que invita a un "para qué hago, pienso, propongo, si luego él hace lo que quiere..." No, no importa que finalmente el director haga lo que quiera, que tome una decisión quizá hasta en contra de lo que pensamos, pero debemos de establecr un diálogo en el que le hagamos ver el daño que haría al niño si toma tal decisión. Un diálogo en el que el mairo le muestre al director el bien que se podría hacer si reacciona a partir de estas cosas concretas que tiene este niño.

Es una relación de diálogo, pero no es un diálogo para platicar y sentirse a gusto, es un canal de comunicación para que las ideas en favor de los niños circulen y den más calidad y más solución real a la problemática del niño de la calle.

Conocimientos

Sería muy bueno que el mairo tuviera conocimientos de cada una de las áreas (higiene, alimentación, deportiva, jurídica, médica, historia, sexología, matemáticas, lectura) y además la pedagogía para transmitirlos. Pero el mairo sabrá un poco de todo y estará inmerso en la sociedad igual que todos y desde allí tratará de responder a los problemas como vea más conveniente.

Por eso ni al mairo ni al equipo se le va a pedir que resuelva la problemática del niño, sino que dependiendo del problema hay otras instancias, otras instituciones, otras personas, que pueden resolver ese problema determinado. Lo que sí se le va a pedir al equipo de mairos es que sepan detectar el problema del niño. Lo que sí se le va a pedir al mairo es que sepan reconocer el problema del niño que está inserto en una vida. En la vida de un niño, y que por eso puede mañana ser diferente.

El mairo debe siempre estar alerta a los más mínimos cambios para saber qué es lo que le pasa al niño en su interior. No debe de cerrar la idea que tiene del niño ni como buena ni como mala. Con esta apertura en mente, estamos en el momento de no cerrarle nuestras puertas interiores al niño. Es el momento de abrirle las oportunidades y de apoyarlo tanto material como moralmente. Sabemos que el chavo va a necesitar mucho apoyo afectivo, tenemos que proporcionárselo.

Regeneración espontánea, no hay. Nosotros queremos generar un niño nuevo. Si en la calle lo dejamos solo es casi imposible que logre algo. Por eso para el niño tenemos que generar cambios exteriores, generar un ambiente distinto, para que tenga la nueva oportunidad que tanto está buscando de crecer, de ser alguien.

Actitudes

El educador debe tener tres actitudes previas y con ellas afrontar los problemas que viva en la institución. Tiene que creer en el chavo, creer en el equipo de educadores, y por último apostar incondicionalmente por la vida del chavo.

Creer en el chavo

El educador no puede ver al niño como la sociedad lo ve: como un caso perdido. El educador de calle debe creer en el chavo. El educador no puede perder la esperanza. Cuando el educador se acerque al morro para tenderle la mano, lo debe hacer con la certeza que, detrás de todo lo «malo» que pueda parecer el morro, hay en él un interior lleno de humanidad.

El niño, sabiéndose libre, sin amor materno, vivirá conductas de muerte que en el fondo de su corazón no quiere. El niño, aunque toda su vida ha recibido negatividades, sabrá perfectamente, desde su interior, distinguir entre lo que le conviene y lo que lo destruye.

Si el niño quiere caminar y llegar a ser más y los únicos caminos que ha recorrido lo llevan de regreso a un origen negativo, el educador tiene que romper con esa dinámica y ofrecerle al niño un camino más real: ese que el niño va ciegamente reconociendo desde su más profundo interior.

El acercamiento al chavo debe de ser desde la plena seguridad de que el niño de la calle está buscando lo mejor para él.

Si el educador no cree en el niño y el niño no reconoce los caminos que tiene que recorrer... ¿A dónde va a llegar?

Creer en el equipo

El educador, no sólo debe de creer en el niño, sino que también debe de creer y confiar plenamente en el resto del equipo de educadores.

Pues el equipo va a ser la única instancia que el educador va a tener para ser objetivo en su relación con cada uno de los niños.

Apuesta incondicional por el chavito

El educador, como parte del equipo, debe creer en el niño. Esta creencia se debe convertir en una apuesta incondicional por la vida del chavo. Al niño se le debe de ayudar incondicionalmente todas las veces que lo necesite en la prespectiva de su buena formación.

Muchas veces se le tendrá que decir que sí al niño una y otra vez. El niño tendrá una serie larga de regresiones a la calle, a su pasado, a su familia que lo destruye. Pero eso no puede ser una actitud ciega, una actitud que niegue su problema. La tarea es apoyarlo incondicionalmente pero en la lucha mutua por solucionar su problema que no lo deja ser. En eso consiste el apoyo. Creo que la manera más fácil de destruir a un niño es apoyarlo sin ver su problema, sino simplemente darle lo que pide y creer que él solo va a poder solucionar un problema que la sociedad le ha regalado desde que nació. Eso no se vale. Una honesta ayuda al niño de la calle sería ayudarle a detectar su problema. Aunque ni él ni el educador lo quiera ver.

Alternativas: ¿Institucionales? Sí, No...

Una alternativa

Hay de hecho en México alternativas no institucionales que ayudan al niño de la calle. Son todas esas familias que adoptan al niño como a un hijo más y le satisfacen sus necesidades. Lo mismo hacen la tía, la abuelita, o un pariente cercano que, con buena voluntad, admiten al casi niño de la calle en el seno familiar. Estos niños en realidad no llegan a ser niños de la calle.

Tenemos al otro grupo de niños que no ven en ninguna familia la solución a sus problemas, que el único camino que ven viable es la calle. Por ellos se tiene que hacer algo.

Un camino

Para estos niños que ahora viven en la calle no hay una respuesta general. Un equipo de educadores sería una alternativa. Pensar que el equipo de educadores no es una institución sería no querer ver la realidad. La institución ayuda, ordena, hace más eficaz el trabajo. Pero el que busca una respuesta para su vida es el niño de la calle por el que "hablamos y actuamos".

De dónde viene el niño de la calle

Nuestro amigo de la calle va en busca, pero ¿de dónde viene? El niño viene expulsado de la escuela por rebelde, huye de una familia de muerte y busca la vida en otro lugar. El papá, que lo abandonó, ése envuelto entre el machismo y la presión fabril, ése atado a un minisalario sin salida, a múltiples actividades paraeconómicas. La mamá aventada a la soledad en busca del primer postor por unos cuantos centavos. Nuestro amigo de la calle viene escalando, del submundo, los abismos sociales. El niño se siente abandonado en el mundo del tener, pues su papá en verdad sólo es y no tiene.

Diferencias sociales de las que todos somos cómplices: pecado social difícilmente entendible pero fácilmente explicable: selección natural, no tiene voluntad de cambio, es un flojo... Los resultados de las injusticias sociales que vivimos nos salen en cada esquina y nos piden una moneda. Pequeña denuncia del subterráneo social que quiere obtener el mínimo para sobrevivir ese día.

El pequeño va en busca de una respuesta. Pequeño lleno de esperanza apuesta su vida en la calle. Pequeño aturdido por tanta oferta, corre al tonsol, o por pingas, feliz si hay marihuana. A la gran mayoría de ellos les gusta su libertad adquirida: "yo solo sí la hago", "yo no necesito a nadie". Los engaños de nuestra sociedad penetran hasta en el más mínimo de los rincones.

Nuestro pequeño amigo, sale de la institución familiar y escolar para quedase en la calle, ese lugar que no es precisamente un lugar. Allí olvida que hay mañana, y sólo siente ganas de comer hoy. Sobrevivir es todo su cometido. El es quien se queda en el lugar más desinstitucionalizado que hay para vivir.

Las pesquisas del niño

El niño encuentra en la calle un mundo no violento y algo del soporte económico que necesitaba para vivir.

En la calle encuentra esas dos cosas, no porque sean buenas allí en la calle, sino porque son mejores de lo que tenía.

Lo importante del niño es que ahora se siente más a gusto. Deja todas las normas que lo oprimían y se lanza a la calle a vivir su propia vida. Se va a la calle con el lema: "ni que no se pueda".

El niño llega a la calle porque está cansado de que los adultos le manejen su vida: le digan siempre lo que tiene que hacer, cómo lo tiene que hacer, cuándo lo tiene que hacer... Cansado de: "haz lo que quieras, pero, ¡no salgas de ...! no hagas, no golpees, no ensucies, no corras, no dañes..."(80)

En la calle encuentra un espacio donde se olvida de todo eso. Deja al mundo de los adultos de lado, se dedica a vivir y a mostrarle a ese mundo que sí se puede vivir sin cumplir con todas las reglas. Vive y se da cuenta, de hecho, que sí se puede sobrevivir sin la ayuda de los adultos.

La vida que lleva confirman al niño más en su vida de calle, de no a la institución. La vida, de nuestro amigo de la calle, niega la posibilidad de una vida institucionalizada.

La oferta de los adultos

Los adultos, cuando tenemos a un niño, y queremos que sea alguien, lo llevamos a una institución. Al niño no se le preguntará que es lo que quiere. Podemos ver que hasta

en las sociedades sin escuela, la educación, tanto en sus contenidos como en sus modalidades, no responde a la demanda de los niños y adolescentes; manifiesta la voluntad de los adultos de formar a sus hijos a su imagen.(81)

La característica de la oferta del adulto va a ser: «Toma». Es un «toma» que nace de la buena voluntad, de un sincero querer ayudar la niño, pero es un «toma lo que, a mí educador, me parece bueno». Es un «toma» imperativo, impositivo. Es un «toma» sin diálogo: Nunca le preguntamos al niño sí él lo quiere. No se crea una conciencia, una necesidad, simplemente se le dan y dan más opciones de las que ya tiene, para que tenga otra cosa que escojer.

La institución educativa alternativa

El niño en su caminar encuentra que lo que le ayuda para estar bien es alejarse de las instituciones. Mientras el adulto sólo le ofrece multiples instituciones.

Quizá nos pueda parecer que el niño no quiere nada de lo que le ofrecemos. Quizá nos diga él mismo: "ya déjenme", o se pregunte: "¿Por qué se interesan tanto por mí?"

Pero el niño va a necesitar algo de nuestra ayuda. El solo no va a poder resolver tanto problema que tiene.

Por el niño de la calle tenemos que crear una institución alternativa, la cual debe luchar por dos cosas: por mantenerse lo menos institucionalizada que pueda y por mantener gran apertrua educativa.

La lucha por la desinstitucionalización

Al nacer una institución cree que las demás que existen no hacen lo que ésta nueva pretende o lo hace de manera incompleta.

Para crear una institución es necesario por un lado un fundador, y por el otro que dejemos a un lado el hombre y sacrifiquemos alguna que otra necesidad humana para el bien de la institución.

Cuando entramos a una institución, nueva o vieja, tenemos que hacerlo atentos a no descuidar al hombre. Debemos de tener en mente que la institución es un medio que nos facilita hacer lo que queremos. En nuestro caso ayudar a los niños de la calle.

Debemos de recordar que trabajamos para los niños de la calle, y no para la institución. Así que nuevamente regresamos al olvidado niño para cuidar de él y cuidar que la institución no lo mutile en sus ganas de crecer, no le corte en sus iniciativas, y lo deje en libertad resolver sus problemas.

Es fácil escuchar frases como: "no se puede", "es, que, con él, imposible", "ya ni modo", "así son las cosas"... Es fácil que se dé el conformismo en una institución. Los miembros de la institución deben de luchar por sacar eso que van sintiendo, no se pueden quedar callados.

Educación que busca dar más

Es muy fácil descubrir una reacción espontánea, que todos los adultos tenemos, la cual nos lleva a educar al niño. Cuando un niño hace algo que pone en peligro su vida, creo que es justificado que muchos adultos corran y violentamente alejen al niño de ese peligro. Lástima que también sucede lo mismo con las normas sociales, si un niño infringe una normita social, más de algún adulto violentamente le dirá: ¡No! Considero que en nuestra sociedad, a cualquier adulto se le otorga el derecho de llamar la atención, regañar, a cualquier niño que tenga frente de sí.

Parece que cualquier adulto es un buen educador, sabe reprimir lo que no es visto bien socialmente e inculca las normas sociales que "han funcionado tan bien durante tanto tiempo". Cualquier adulto es capaz de corregir e imponer todo lo que se le enseñó con tanta paciencia. Así cualquier adulto esta en perfecta disposición para generar otro igual que él.

La pedagogía alternativa, tiene su base precisamente en que el adulto aprenda a apreciar eso que no forma parte de él mismo. Lo alternativo pretende buscar en el niño lo que es el mismo, motivarlo a que sea más. Lo alternativo es poder motivar a los niños que piensan igual que yo y también motivar a los que piensan tan distinto.

Creo que se debería de promover un derecho universal del niño en el que se le proteja de los adultos que creen que educar es decir que no. Un derecho que busque que al niño siempre se le motive, que no se le deje en paz pero de cosas nuevas.

Si una persona debe crecer, él necesita primero que nada tener acceso a las cosas, a los lugares y a los procesos, a los sucesos y a los registros. El necesita ver, tocar, echar a perder, agarrar todo lo que esté cerca y tenga importancia para él. [...] El acceso a la realidad constituye una alternativa en la educación para un sistema que pretende la enseñanza de él.(82)

La terapia de juego que se usa con niños creo que se basa en este principio: haz lo que quieras. Que es lo mismo que se tú mismo por un rato.

El imposible

Lo alternativo resulta la mayor parte de las veces como algo imposible. Trataré de ver tres de las cosas que puden resultar imposibles en un proyecto alternativo. Todas son actitudes de cómo estamos en el mundo, y para ello veremos el problema del niño, el problema de la institución, y el problema del educador.

El problema del niño

El imposible es tan sencillo como ver lo que le pasa al niño siempre desde otro punto de vista. Así por ejemplo si pensamos que:

A)El niño tiene que solucionar sus problemas, él es el responsalbe último de sus fracasos.

Mejor pensemos que:

B)El mairo es el responsable de los fracasos del niño de la calle, si el niño fracasa, es un fracaso del mairo.

Es importante que el fracaso de la educación no se le revierta al mismo niño, el educador siempre hace todo lo posible para educar al niño, y parece que es el niño el que falla.(83) Pero si recordamos un poco la historia de Enrique Tello (la de Arnulfo, o la de Alfonso)(84) podemos ver que el educador hace cosas pero no resuelve, ni menciona el problema más importante del chavo.

En el proyecto alternativo debemos de buscar una educación que demos "a cada [niño] la educación de la que tiene necesidad para progresar como otros".(85) Lo alternativo consistiría en no descansar hasta encontrar eso que ayuda al morro que queremos ayudar. Lo alternativo nunca van a ser casas ni cosas, lo alternativo siempre van a ser ayudas en la solución de la problemática del chavo.

El problema de la institución

Nos podríamos imaginar una

A) institución en la que se va dando una alternativa desinstitucionalizada y que por ello va respondiendo de manera única e irrepetible a las problemáticas de cada uno de los morros que a ella pertenecen.

Pero al mismo timpo tenemos una

B) institución que pretende establecerse a lo largo del tiempo. Esa que hecha raíces y ya nadie la puede mover. Una institución que prefiere sujetarse al sistema que luchar por el bien de cada uno de sus miembros en particular.

El problema del educador

Nuevamente tenemos dos posturas entre las que podemos ir y venir. Una en la que:

A)Genero dinámicas de aprendizaje en las que el niño que aprende de mí se convierte en otro igual que yo.

Mientras que la otra postura pretendo

B)Generar dinámicas de aprendizaje en las que veo con orgullo que ese mi alumno es una cosa totalmente distinta de mi, que ni lo entiendo, me gusta ver cuando mi educando se porta de tal manera como es él que a mi me molesta. Le doy la opción de ser como es y de superarme a mi en todo lo que pueda o quiera.

El último de los imposibles

Sin mayores complicaciones, en estos últimos tres apartados he hablado de una postura A y una B. La alternativa no puede estacionarse en la seguridad que dan A por sí sola, ni la paz que da B por sí sola. La alternativa es la inseguridad de buscar entre A y B la respuesta. La alternativa es un estado desgastante y sin seguridad entre una postura y la otra.

De nuevo, un camino

Ante una sociedad en la que lo alternativo parece imposible, regresemos a lo que es nuestro camino, lo que queremos: ayudar al niño de la calle.

Sentir el problema del chavo

Desde el equipo descubrir el problema del chavo. Es a partir de involucrarnos verdaderamente en la vida del niño, de entender las cosas como él las entiende, de ver con sus ojos.

Es también importante describir el problema para nosotros y describírselo al niño que lo tiene.

Ponerle nombre al problema del chavo

Cada persona se enfrenta a problemas distintos en la vida y tiene sus propias herramientas personales que le ayudan o estorban para resolver su problema. Igual le pasa a los niños de la calle. Se trataría de hacerle ver al niño cual es su problema. Descubrirle qué herramientas él ya tiene para solucionar su problema.

Luchar por la vida con el problema a cuestas

En la vida de los niños de la calle existen problemas de tal magnitud que mutilan la vida antes de nacer. Por eso no podemos dejar al niño solo con su problema. Le tiene que quedar claro que tendrá que luchar más, o de una forma distinta. Para lograr hacer su vida.

Debemos de estar por allí para que en un momento determinado nos pueda pedir ayuda.

1.

Luis Ochoa, S.J., en alguna plática personal con él, le pedí me explicara eso del mal menor.

2. Movimiento de Apoyo a Menores Abandonados, A. C.

3. Rogelio Padilla es el fundador y director de MAMA, A.C.

4. Calle dónde, en el número 1008 se ubica la casa de la segunda fase del programa de MAMA y que está en estrecha vinculación con el trabajo de calle.

5. Maira, maestra, educadora de calle. En adelante las palabras usadas por los callejeros aparecerán en cursiva y se explican en el glosario.

6. Desarrollo Integral de la Familia.

7. Centro de Atención al Niño de la Calle, A.C.

8. Bitácoras, 24 de enero de 1992.

9. Rogelio Padilla, Proyecto general que presenta MAMA, A.C., manuscrito, Guadalajara, 1986, p. 11.

10. Ibid., p. 12. Subrayado del original.

11. Ibid., pp. 17-22.

12. Hipótesis social de la que se parte: en una familia en proceso de descomposición o ya desintegrada, se descuida la atención al muchacho.

13. Rogelio Padilla, op. cit., pp. 29-57.

14. Bitácora, 24 de febrero de 1992.

15. Bitácora, 10 de septiembre de 1991.

16. Ibid., 16 de septiembre de 1991.

17. La edad límite es de 16 años.

18. Bitácoras, 1 de noviembre de 1991.

19. Ibid., 22 de octubre de 1991.

20. Ibid., 24 de octubre de 1991.

21. Ibid., 28 de octubre de 1991.

22. Ibid., 6 de noviembre de 1991.

23. Ibid., 6 de noviembre de 1991.

24. Ibid., 7 de noviembre de 1991.

25. Ibid., 29 de octubre de 1991.

26. Bañarse es un requisito indispensable para todos lo morros que llegan con algún tipo de droga a la casa del refugio.

27. Bitácoras, 11 de noviembre de 1991.

28. Ibid., 11 de noviembre de 1991.

29. Ibid,. 12 de noviembre de 1991. Subrayado de la cita.

30. Ibid., 14 de noviembre de 1991.

31. Ibid., 25 de noviembre de 1991.

32. Ibid., 27 de noviembre de 1991.

33. Ivan Illich, En América Latina ¿Para qué sirve la escuela?, Búsqueda, México, 1974, p. 14.

34. Bitácoras, 3 de febero de 1992.

35. Acido Desoxirribonucléico.

36. Bitácora, 19 de febrero de 1992.

37. Laura Sánchez Valdes, Perfil psicosocial del niño de la calle: un estudio cualitativo de caso, MAMA, A.C., tesis para obtener la licenciatura de psicología, ITESO, Guadalajara, 1990, p. 18

38. La palabra que explique la vida sexual de estos niños es muy difícil. Los novios o intentos de novios que me ha tocado conocer la más de las veces son agresivos, no es que quieran golpear a su pareja, ni que sean masoquistas, sino es toda una fuerza reprimida que creen que si la sacan rápido y de un golpe van a lograr más satisfacción. Viven una sexualidad más libre, menos pudorosa, que de alguna manera se explica si en un cuarto de tres por tres metros vive la familia, si en ese cuarto es posible que duerma el novio de la adolescente, si la mamá, desde luego que vive con su pareja (la última). Si se viven entre tantos condicionamientos, ¿qué esperar?

39. Así como el campesino es la persona que vive en el campo y el citadino el que vive en la ciudad.

40. Laura Sánchez, op. cit., p. 18.

41. Puede parecer raro pero el niño de la calle en general no deja a nadie abajo.

42. La palabra cabrón la usa Alejandro García Durán (Chinchachoma) en su libro Mis 7 amadas mujeres públicas para referirse a un cierto grupo de adultos que no pueden satisfacer sus necesidades sexuales de una manera ordenada. La usa de una manera despectiva, como queriendo hacer ver lo poco humanos que son esas gentes, lo animalados y se les compara con una cabra madura, grande, plena, y así, animal. Retomo el insulto para nosotros hacérselo al niño de la calle cuando sólo vemos eso: un animal. No porque lo quiera insultar sino sólo rescato una etiqueta que se le pone (le ponemos).

43. Alfonso Nafarrate, apuntes personales 1989, manuscrito, 1989, p. 20.

44. Jorge García-Robles, ¿Qué tranza con las bandas?, Ed. Posada, México, 1985, p. 99.

45. Con base en las gráficas de permanencia en la fase intermedia refugio de calle, notamos que el índice de permanencia es alrededor de un 10 por ciento.

46. Laura Sánchez, op. cit., p. 18.

47. Sin tratar de hacer una comparación con los niños de la calle de hoy y los de la edad media, sabemos que sí había abandono (o muerte) de parte de los padres pero de alguna manera los niños eran ayudados por algún pariente cercano o algún vecino. Así lo rescatable es la situación comunitaria.

48. Maud Mannoni, La educación imposible, Siglo XXI, 4ta edición, México, 1984, p. 37.

49. La idea viene tomada de Xavier Zubiri, filósofo, de su libro Sobre el hombre, Alianza Editoral, Madrid, 1986. Y es que el hombre tiene unas capacidades, digamos, iguales en el momento que nace, pero es sólo por un gerundio como logra realizarlas plenamente. Así el hombre aprende a caminar: caminando; a pensar: pensando, a amar: amando, a sentir: sintiendo, y etcétera. Es la manera en que aprehende a la realidad y hace suyo lo que le rodea.

50. Raúl Islas participa durante el tiempo estudiado en dos periodos distintos. Entre los dos periodos vivió en casa de un licenciado. Por su parte Jorge es un morro que perteneció a la primera época, y que se le recogió de una familia en la colonia de la Mezquitera. Sabemos de Paty, pues ella también vive con una familia en la Mezquitera.

51. Bitácoras, 6 de septiembre de 1991.

52. Ibid., 18 de septiembre de 1991.

53. Lo equivalente a dos viajes en camión, luego se determinó que sólo se les diera para un viaje, pues en Ciudad Granja les darían el dinero para el regreso.

54. Bitácoras, 7 de octubre de 1991.

55. Ibid., 25 de octubre de 1991.

56. Ibid., 8 de noviembre de 1991.

57. Ibid., 12 de noviembre de 1991.

58. Ibid., 29 de octubre de 1991.

59. Ibid., 26 de noviembre de 1991.

60. Ibid., 21 de octubre de 1991.

61. Ibid., 24 de octubre de 1991.

62. Ibid., 17 de octubre de 1991.

63. Ibid., 5 de noviembre de 1991.

64. Ibid., 4 de diciembre de 1991.

65. Ibid., 11 de noviembre de 1991.

66. Ibid., 13 de noviembre de 1991.

67. Ibid., 3 de diciembre de 1991.

68. Ibid., 24 de diciembre de 1991.

69. Ibid., 23 de enero de 1992.

70. Ibid, 3 de enero de 1992.

71. Fecha de la próxima reunion de educadores.

72. Allí en la casa uno de los morros es quien prepara la comida, generalmente lo que él sabe y puede.

73. Bitácoras, 20 de enero de 1992.

74. Ex-mairin, que salió del proyecto por mal versación de fondos.

75. Bitácora, 10 de febrero de 1992.

76. Las guardias consistieron en vigilar la casa en los horarios que supuestamente debe permanecer cerrada y sin gente. Duraron dos semanas y en ningún momento sucedió nada anormal. Una de las tácticas de esta vigilancia es que ningún morro se diera cuenta.

77. Bitácora, 24 de febrero de 1992.

78. Centro de Estudios Educativos, Experiencias significativas en atención a jóvenes de sectores populares en el Distrito Federal : Estado de la práctica, Centro de Estudios Educativos, México, 1990, p. 113.

79. Bitácoras, 9 de enero de 1992.

80. Philippe Perrenoud, La construcción del éxito y del fracaso escolar, Paideia-Morata, Madrid, 1990, p. 188.

81. Ibid., p. 180.

82. Ivan Illich, op. cit., pp. 60-61.

83. Cfr. Ibid., p. 15.

84. Dos historias más en las que no se le ayuda al chavo. A Arnulfo se le cuestiona por cosas que no hizo y no se le da la oportunidad de defenderse. Arnulfo no soporta tanta presión y se sale del programa. Mientras que Alfonso, de quien ya hemos hablado en otras notas, ese que fue mairín, que tenía ocho años en el proyecto, a él nunca se le ayudó con su gusto por robar: creo que usaba lo que robaba para el bien de los demás. Pero nunca se le confrontó y siempre se le solapó. Alfonso, que había escalado los peldaños más altos de MAMA, ahora tiene una demanda en su contra por robo. Lo demanda MAMA.

85. Lucien Sève, Michel Verret, Georges Snyder, El fracaso escolar, Ediciones de cultura popular, México, 1979, p. 28.

86. Comentario en el funeral del chilango en recuerdo de lo buena onda que era.